La muerte y yo nunca nos hemos llevado bien. Resulta curioso, ya que por mi profesión mantenemos una estrecha relación.

A mis 31 años, únicamente me he tenido que enfrentar a la muerte de un ser querido. La de mi abuelo. Esto sucedió cuando yo tenía 15 años, y a día de hoy sigo siendo incapaz de pisar el cementerio donde está enterrado.

He llegado varias veces. He estado en la puerta, y me he ido.

Ser incapaz de entrar no me preocupa por el hecho de que pueda parecer que no me acuerdo de mi abuelo. Soy de las que pienso que en honor a alguien fallecido puedes hacer muchas cosas que pueden resultar de mayor valor que poner flores en un cementerio que se acabarán marchitando.

Lo que sí me preocupa es que 16 años después sea consciente de que ver su nombre escrito en una lápida me va a generar un dolor que no quiero sentir. Tengo muy asumida su muerte, no es que no haya superado el duelo o que aún permanezca sumida en él, pero tengo tal bloqueo con todo lo que respecta a ella que me genera un gran dolor.

Supongo que según van pasando los años voy asumiendo que la muerte es una fase más de la vida y que todos, en un momento u otro, tenemos que enfrentarnos a ella. Y no tengo miedo de enfrentarme a la mía. Pero sí tengo miedo de enfrentarme a que algún día me falten las personas que quiero.

A lo largo de mi vida he escuchado a mucha gente decir que prefieren una muerte rápida y sin aviso, antes que sufrir una larga enfermedad. Y yo me siento egoísta por pensar que, si la vida quiere quitarme a un ser querido, prefiero que lo haga tras una enfermedad que (sufriendo lo menos posible) me deje hacerme a la idea de que me enfrento a una despedida.

Es egoísta, soy consciente. Pero me ha costado tanto asumir una muerte previsible como era la de mi abuelo, que tengo miedo de no poder enfrentar un fallecimiento inesperado.

Entiendo que lo que me pasa puede ser cosa de la edad. O quizás que mi abuelo falleciera siendo yo una adolescente con nulas herramientas emocionales tiene algo que ver con este mini trauma.

Lo que sí estoy segura que influye es el hecho de que la muerte y el duelo continúen siendo un tema tabú en la sociedad, algo que espero se solucione ahora que la gestión emocional empieza a tomar la importancia que debía haber tomado hace años.

Al final he decidido no preocuparme por este tema. Sé que la vida se acabará saliendo con la suya y hará que, quiera yo o no quiera, por las buenas o por las malas, me acabe enfrentando al fallecimiento de las personas que quiero. Porque de lo contrario significará que, o hemos inventado la píldora de la vida eterna, o yo he muerto prematuramente.

Con lo primero habríamos triunfado, pero de lo segundo tengo 0 ganas. La vida está llena de cosas tristes, como la muerte, pero nada puede opacar lo bonita que es vivirla. Y yo quiero hacerlo hasta el final.

@maripluff