Hace un par de semanas, una seguidora compartía este mensaje en el foro de la web:
“¡Hola! Lo cierto es que, hablando con un chico que estoy conociendo, me he sentido mal por varias cosas. Ya de por sí soy una persona muy insegura, pero hoy me he sentido una persona poco interesante. Me pregunta que cuál es mi peli favorita, y no tengo una peli favorita porque ni siquiera es que me fascine verlas. Me pregunta qué tipo de libros leo y me doy cuenta de que tampoco hay algo que me apasione. No practico deporte, no hago cosas que la gente hace y cuenta con entusiasmo. Me sentí bastante inculta y me he planteado en qué coño he pasado todo el tiempo que no hay algo que me llene de satisfacción o diversión. Lo cierto es que ya me rallé, ya me da por pensar que el chico no va a seguir conociéndome porque soy una persona que puede hacer de todo y a la vez nada. No sé si me explico, pero por ejemplo musicalmente hablando pues escucho de todo, sin más. Y así con todo. No me identifico con cosas concretas y no hago cosas interesantes como él. Solo me gusta hacer cosas en plan relajaditas, me dedico a estudiar y me flipa ver series. Poco más… ¿Alguien se ha sentido igual alguna vez?”
Aunque este hilo no tuvo gran repercusión, pronto me di cuenta de que tal vez el complejo de “no sentirte interesante” era más común de lo que pensaba.
En primer lugar, ¿qué es ser interesante?
La chica del foro cayó en el error de asociar “ser interesante” con tener un interés cultural muy rico; y digo error porque no es lo mismo “tener muchos intereses” que ser muy interesante. Es maravilloso disfrutar de una buena película, caminar por la calle mientras escuchas un nuevo descubrimiento musical, o leer tu libro favorito una y otra vez porque sigues encontrando detalles que pasaste por alto. Todas estas situaciones nos enriquecen, aportan nuevas perspectivas y nos llenan de historias, pero no son lo único que nos hace interesantes. No hace falta ser un ávido lector de libros, un crítico de cine de primera, o tener un oído musical prodigioso, para considerarte una persona con un mundo interior inmenso. Hay miles de cosas que nos aportan, por ejemplo, una buena conversación con un amigo, viajar (ya sea a otro país o al castillo medieval que hay en el pueblo de al lado), hacer nuevas recetas, conocer a personas por Internet, estudiar nuevas materias o nuevos idiomas, etc.
También está genial tener una pasión, pero no pasa nada si no has encontrado la tuya o si nunca la encuentras. No eres más simple ni tampoco vales menos. Disfrutar de una vida o de unos gustos sencillos, no te resta valor ni interés.
Las comparaciones son odiosas
Tal y como sucede con todas las inseguridades, las comparaciones son odiosas. Si a tu amiga le apasiona ir a hacer rutas por la montaña, pero tu plan ideal es quedarte en casa viendo Netflix, NO PASA NADA. Deja de comparar tus gustos, tu forma de ver la vida y tu personalidad con la de los demás.
La gente suele definir “ser interesante” con aportar algo que nadie más aporta; por eso mismo todos lo somos. Cada persona posee una individualidad que, por pura definición, la hace única. Da igual que no tengas mil aficiones o una gran pasión, con tal de que vivas la vida que quieres vivir. Que te gusta tirarte en el sofá y ver Operación Triunfo, pues PERFECTO. Que te gusta ir de compras para relajarte, pues FENOMENAL. No finjas intereses que no tienes ni te conviertas en una persona que no eres para gustar a los demás, porque ya eres única tal y como eres.
Cómo puedo superar este complejo
El primer paso es aceptarte tal y como eres. Deja las máscaras de lado y empieza a ser tu misma. Una vez hayas logrado esto, hay una serie de trucos que pueden ser útiles (algunos aplicables a las relaciones sociales y otros, los más importantes desde mi punto de vista, aplicables la relación que tienes contigo misma):
- Aprende a escuchar. En vez de gastar todas tus energías pensando lo que decir y hacer para resultar más interesante, empieza a escuchar a la otra persona. Pregúntale por sus gustos y compartid vuestras historias, seguro que encontráis algún pequeño detalle en común. Aunque no tengas hobbies, seguro que tienes experiencias y recuerdos que compartir.
- Elige las preguntas adecuadas. En vez de centrar la conversación en los grupos de música favoritos o la película que más os gusta, haz preguntas de otro tipo. Hace cosa de un año, publicaron un artículo en el New York Times donde se hablaba de las 36 preguntas para enamorarse de una persona en una hora. Aunque no busques el amor, es cierto que esas preguntas son muy útiles para sacar conversación, conocer mejor a la otra persona y compartir vuestros intereses. Ya ves que para ser interesante no hace falta hablar de tu libro favorito.
- Mejora tu inteligencia emocional. Esta habilidad engloba muchos aspectos que son básicos en nuestro día a día, pero por desgracia no se nos enseña en el colegio ni en nuestra casa. Poco a poco aprendemos a ser inteligentes emocionalmente hablando, aunque tenemos muchas carencias. Puedes leer artículos sobre el autoconocimiento (el pilar central de la inteligencia emocional) y sobre emociones tóxicas pinchando aquí y aquí.
- Aprende a ser más racional. La parte irracional es muy puñetera, y muchas veces dejamos que domine nuestra vida. Intenta verte desde fuera, como si fueses una completa desconocida. La clave es observarte y conocerte, sobre todo cuando tengas pensamientos como “no valgo nada”, “no voy a gustarle porque no soy interesante”, etc. Con el tiempo aprenderás a racionalizar esos pensamientos de forma automática.
- ¿Por qué te sientes así? Es muy duro enfrentarnos cara a cara a nuestras inseguridades, pero es el paso clave para superarlas.
@ManriMandarina