Discutí con una amiga por esto y me siento mal. ¿Soy una tóxica o sufro sesgo de culpa?

Hace unos días que una amiga, vamos a llamarla Sole, irrumpió en un grupo de Whatsapp despotricando de su novio y de su suegra. No considera que su chico le ponga bastantes límites a su madre, que los sobrepasa a su antojo en materia de crianza del nieto (este último hijo del novio de mi amiga, pero no de ella misma). Se quedó a gusto rajando, la chiquilla, y soltó lindezas que no voy a reproducir aquí.

Sole acostumbra a reírse hasta de ella misma y usa el humor como vía de escape ante cualquier asunto que la enerva.

La mayoría reímos con su monólogo lleno de veneno, tan irracional que resultaba cómico.

Excepto una de las integrantes, que la invitaba a calmarse; y otra, a la que llamaremos Lola, que directamente le afeaba su actitud. Sus consejos, si es que se podían considerar como tal, estaban cargados de reproche. 

Resulta que esta última, Lola, ya lleva un largo historial de reprimendas de este tipo. Si alguien se te cuela en la cola del súper, y tú te quejas porque también llevas prisa, Lola te dirá algo del estilo: “Mujer, seguro que no se ha dado cuenta”. Y si llegas criticando a tu cuñado porque en la cena de ayer soltó un comentario que te sentó mal, ella te dirá: “Bueno, es que él es así, más vale no echarle cuenta para no amargarte”

Discutí

Yo ya le había comentado cuánto me molestaba ese comportamiento, pero el día de la rajada de Sole sobre su novio y su suegra exploté. Básicamente le vine a decir que dejara de intentar mediar tan mal, que en sus comentarios se veía reproche y que ella no era ningún ejemplo de integridad. Como nos enzarzamos en una discusión, también dije que no hablaría en nombre de nadie, pero que si en el futuro yo misma llegaba al grupo con críticas y comentarios por el estilo, que ella mejor se callase y no interviniese

-A ver, querida, deja de aspirar al Nobel de la Paz y limítate a escuchar a tu amiga para que se desahogue, que aquí lo que tiene es un espacio donde poder hacerlo sin reproches -vine a escribir, palabras más, palabras menos. 

  • Sesgo de culpa

Mi terapeuta me ha sugerido que tome conciencia de cuándo siento culpa y analice la situación. Aquel día apareció porque consideré que había sido demasiado dura con mi amiga, así que repasé la lista de sesgos de culpa que ella me dio por si podía identificar alguna. Por si a alguien le sirve, las repaso brevemente:

  • Atribución incorrecta: nos atribuimos culpa de manera equivocada, cuando es posible que la repercusión de nuestra actitud sea mínima o nula.
  • Exceso de responsabilidad: sucede cuando hemos sido partícipes, pero nuestra mente lo ha exagerado y alimenta el malestar. 
  • Atención selectiva: solo recordamos lo que no hemos hecho bien, y reforzamos la mirada negativa con hechos pasados que alimentan esa culpa. 
  • Desvalorización: son críticas a nuestra forma de ser y nuestro comportamiento.

Por los pensamientos que yo tuve después de aquella discusión, creo que sentí una mezcla entre culpa funcional (la que es útil para mejorar), exceso de responsabilidad y desvalorización. 

Quizás yo podría haber utilizado un tono más asertivo con ella, sí. Pero, igual que lo considero muy útil para determinadas situaciones, también reivindico el derecho a ser pasivo-agresiva cuando se tercie. Ser mordaz e irónica forma parte de mi personalidad, y no pretendo encarnarme de repente en cuadernos y tazas de Mr Wonderful. Sé que doy pie a que se utilice la misma actitud conmigo y la acepto. Son las reglas del juego.

Discutí

  • Invalidación emocional

Al margen de mi reacción, también he descubierto en terapia que mi amiga Lola tiene una clara tendencia hacia la invalidación emocional de las/os demás.

Ella cree que tranquiliza y llama a la calma, pero no son las formas, porque acaba provocando culpa por sentir lo que sentimos. Todas sabemos cuándo estamos siendo irracionales y recurrimos a vías alternativas para no terminar tirando a nuestros seres queridos por el balcón (hablo en sentido figurado, obviamente). Y, si no somos capaces de ver cuándo estamos siendo irracionales, hay que buscar el momento y las formas adecuadas para llamar a la reflexión personal. 

Si un día llegas a casa llorando porque has perdido 4 puntos del carnet y te han echado una multa de 300 euros por exceso de velocidad, lo último que quieres oír es un sermón sobre por qué no debes pisar tanto el acelerador. Ya lo sabes. Lo que quieres es sufrir tu arrebato y punto, porque además es sano aceptar la emoción para poder gestionarla. Y, al cabo de un rato de echar sapos y culebras, se ven las cosas de otro modo y en paz. 

Por lo tanto, si acaso llegué a “tocaovarios” al reaccionar como lo hice, pero no creo que sea una tóxica por anticipar límites y blindarme ante la invalidación emocional. 

 

Azahara Abril