(La historia que se narra a continuación no solo está basada en hechos reales, sino que se repite cada día. En tu barrio. Tu ciudad. Tu pueblo. Ahora mismo está pasando más cerca de lo que crees. Cuidado. Puede que en las próximas horas tú seas la protagonista).

Hoy me he levantado con la sonrisa puesta. Mi peque ha dormido toda la noche. No ha habido fugas nocturnas. Mi marido no ha roncado. Y yo he soñado con Bertín Osborne. (¡Ay madre! ¿Esta historia quién la cuenta? ¿Mi abuela?) Corrijo: He soñado con Brad Pitt.

El olor a café inunda la hora del desayuno. Por primera vez en semanas no se me han quemado las tostadas ni he tenido que fregar colacao del suelo.

El día empieza perfecto. Tan perfecto como mi cara al mirarme al espejo. Más perfecto que Pilar Rubio después de parir 10 hijos.

Nada hace sospechar que la tragedia llegará más tarde. A la salida del colegio.

Feliz como una perdiz, espero pacientemente a que mi hijo asome por la verja del cole.

¡Aquí vienen! Uy… ¿Qué hace la madre de Pablito tan cerca de la verja? ¡Anda! Le da un taco de sobres. Ay, ay, ay… se avecina cumpleaños. Qué despiste, se le ha pasado darle invitación a ni niño. Le voy a saludar desde la distancia para que vea que estamos aquí. Vaya, ya no le quedan sobres.

FASE 1: NEGACIÓN

No puede ser. No puede ser que no le invite a mi niño al cumple. Si siempre han sido super amigos. Y el año pasado le hicimos un regalazo. Le he visto jugar con esa caravana de Doraemon todo el año. No entiendo. Si YO no le he hecho nada.

FASE 2: IRA

Voy a ver a quiénes ha invitado. Qué fuerte. Si con esa madre no se habla. ¿Invita a Claudia que es alérgica? Ya son ganas de complicarse la vida. Espero que no vayan al parque de bolas porque a mi niño le encanta. ¡Como lo celebre en el parque de bolas la monto! ¡Que esa idea se la di yo! Qué mala gente. ¡A mí que no me vuelva a pedir foto de los deberes! A mi niño no se le deja fuera que yo por mi hijo ¡MA-TO!

FASE 3: NEGOCIACIÓN

– Hola guapa, que tal. Ya dentro de nada el cumple de Pablito ¿no? Cómo pasa el tiempo “bla bla bla, conversación de ascensor”. Y qué, Pablo, harás un fiestón ¿no?

– Sí. Con la familia el fin de semana. Bueno, y con cuatro amiguitos que ha querido invitar al parque de bolas y listo.

– (Qué hija de puta) Ay! ¿No me digas? A este le encanta ir. Ya me ha dicho que por qué no le invitas. Y ya le he dicho que otro día ya iréis juntos. Aunque, escucha, que podemos ir ¿eh? Le puedo llevar y yo pago el parque de bolas y lo que sea. Pero es que le hace tanta ilusión. Yo es que soy de invitar a toda la clase ¿sabes? Porque me da mucha pena que se queden críos fuera del cumple. Hacemos eso. ¿Te parece? Yo le llevo que total uno más…

– Eh… (No me puedo creer lo que está pasando) Lo siento. Tal vez el año que viene sí le invite, pero este no.

FASE 4: DEPRESIÓN

Mi hijo es un marginado. Sus amigos no le quieren. Aunque no ha mostrado el más mínimo interés en ir al cumple de Pablito yo sé que esto le va a marcar de por vida. Seguro que a su cumple no viene nadie. Es el peor día de mi vida, digo, de la suya. Pobre, qué bien lo disimula.

La FASE 5 correspondería a la aceptación. Ya os adelanto que aquí mi amiga Mariloles esta fase se la salta y vuelve a la FASE 2 para quedarse ahí al menos hasta que acabe su hijo primaria.

Pablito y su hijo siguen siendo amigos, siguen jugando juntos. El día de su cumple le ha hecho a Pablito un dibujo de Doraemon y ellos dos. A Nobita no lo ha dibujado porque no le sale bien. Pablito le ha explicado a su colega que solo podía invitar a 4 pero que si puede le va a llevar un trozo del bizcocho que hace su abuela que está super bueno. Han cogido dos piedras y un montón de palos y se han puesto a hacer un parque de bolas y toboganes. Cero dramas Mariloles. Aprende de Pablito y de tu hijo.

Pocas cosas duelen más que lo que les pasa a nuestros hijos. Esto es así.

Dicen que los niños vienen con un pan debajo del brazo, pero lo que en realidad traen es un puñetero saco de empatía de la mala. No empatía de esa que te hace conectar con las personas, entenderlas, ponerte en su lugar, no. De la que duele. De la que te hace ver solo las injusticias y te hace sufrir más que al que las vive en primera persona. Y si esto no es cierto, que alguien me explique cómo puede convertirse en un drama que a tu hijo no le inviten a un cumpleaños, Mariloles.

Marta Toledo