Esta es la historia de cómo se rompió una relación de amistad en la que yo me veía a los 60 años tomando copas con mi amiga en cualquier playa riéndonos de historias de nuestro erasmus… y que, spoiler, terminó con un “vete a tomar por culo”.

Primero, resumiré la historia de nuestra “amistad”:

M y yo nos conocimos durante nuestro erasmus y tras 4 años de visitas mutuas a nuestras ciudades de España, decidí pasar una temporada en la ciudad donde ella vivía.

Estaba segura de que todo iría bien, M me había prometido mil planes: presentarme a sus amigos, hacer excursiones, ayudarme en lo que hiciera falta… pero nada de eso ocurrió.

Me dio de lado por completo y después de 2 meses sin verle la cara (apenas la vi en 3 ocasiones al llegar a su  ciudad) ella se enfadó por un pequeño malentendido y decidió mandarme “a tomar por culo”, palabras textuales.

No contaré los detalles del malentendido porque ocurrió cuando yo llevaba varias semanas de plantones y de largas por su parte y no considero que sea relevante, sólo fue la excusa que utilizó para verbalizar lo que llevaba meses haciendo, que era pasar de mí.

Y no sabéis cuánto me dolió, pues como dicen Rozalén y Andrés Suárez: duele más un desamigo que un desamor. Jamás pensé que se podría romper una amistad de una manera tan dura, tan voraz y sobre todo, que podía dejar ese vacío.

Supongo que desde pequeñas interiorizamos que las relaciones amorosas pueden terminarse y que la vida continúa sin rastro de esa persona. Por otro lado, las amistades se enfrían y poco a poco vas haciéndote a la idea de que nada es para siempre.

Pero no nos hablan de esta clase de rupturas. Hacer el duelo de una amiga, de alguien de confianza, intentar entender que no sólo “te dejan” las parejas, sino también las amigas es tremendamente difícil.

Por suerte, el tiempo todo locura y al final entendí que no quiero a una persona como ella en mi vida, pero ay, amigas, ojalá me hubieran advertido de que estas cosas pueden pasar.

Pero bueno, todo tiene su moraleja y es que ahora valoro mucho más a la gente que permanece a mi lado y también soy consciente de que el tiempo que me dan es un regalo que ojalá y sea eterno, pero que quizás en algún momento termine, pasaré el duelo y todo volverá a estar bien de nuevo aunque nada vuelva a ser igual.

Ana Manzana