Después de conducir más de dos horas hacia mis más que merecidas vacaciones, enciendo la radio. A mi marido y a mí nos sorprende la temática que tratan: el clítoris, o cómo lo hemos ignorado entre todos. Nos miramos y reímos cómplices.  No fue hasta 1998 que se hizo el primer estudio sobre él. 1998, amigas, sí. Y, ¿a qué no os sorprendéis si os digo que este estudio lo hizo una doctora?

 

 

El clítoris. El santo grial, las bolas de dragón o Narnia para algunos. Concretamente, para algunos hombres.

He estado en suficientes conversaciones de sexo con mis amigas para poder decir, con total autoridad, que los hombres lo tienen totalmente olvidado. Y parece que les da igual.

 

 

He hablado de sexo muchísimas veces con mis amigas. Son las mismas veces que ellos han visto pornografía de esa en que después de tres mete-sacas la mujer ya se está corriendo. Eso, eso sí que es Narnia.

 

Como buena amante de las causas perdidas que me considero, vengo a hacer un homenaje a ese gran olvidado, a ese botón que tantas alegrías me ha dado.

 

No sé si hay muchos hombres que nos leen, pero, espero que este mensaje llegue de la manera que lo hacen las cosas de alta importancia (con el boca-oreja, mujer harta-hombre vago…):

El 70% de las mujeres sólo se corren mediante la estimulación del clítoris.

 

 

Muchas mujeres no se han corrido nunca, y por vergüenza ni lo comentan. Hay algunas que incluso no lo saben. A todos esos hombres vagos quiero deciros: no nos corremos por arte de magia. ¡El mete-saca solo os gusta a vosotros!

Normalicemos ya, hermanas, que el polvo no termina cuando se corren ellos. El polvo termina cuando nos corremos los dos. Y recalco que esto solo pasa cuando también nos corremos nosotras.

 

 

Tampoco quiero ser injusta y no me puedo olvidar, ni quiero hacerlo, de esos grandes hombres, maduros y generosos que saben y entienden el cuerpo de una mujer y que le dedican, con el cariño suficiente, el tiempo que merece.

Termino con un consejo de los míos: Si ellos no cambian, y no empiezan a dedicarle a nuestro clítoris el tiempo que se merece, cambiémoslos nosotros a ellos.

Siguiendo la estela de esa frase tan famosa: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”

Y con vuestro permiso, sigo con mis vacaciones, apago la radio, el PC y me dedico a lo que de verdad importa: a mí, a mi marido y a mi clítoris.