Aquella tarde fui a comerme una buena hamburguesa, tamaño XXL, con la salsa derramándose por todos los lados, la lechuga cayendo por abajo, llenándome la boca con cada mordida enorme, con ese sabor tan delicioso acompañado por las patatas enanas al lado de las dos carnes. El queso cheddar derretido, el beicon crujiente entre mis dientes, el estómago llenándose, las calorías integrándose en mi cuerpo y la felicidad por las nubes.

Y en ese instante me pregunté dónde se había quedado la culpa y la vergüenza de que me vieran comer comida grasienta, bastante insana, y sobre todo, comida que tenía muchísimas calorías. Al fin de cuentas, para aquellos que me vieran, era una gorda que no se preocupaba de su salud, que estaba así por comer esa hamburguesa, por no hacer ejercicio, porque simplemente no estaba poniendo de mi parte para adelgazar.

Spoiler: ni estaba gorda por comerme esa hamburguesa, ni por hacer ejercicio. Y menos aún estaba gorda por no poner de mi parte.

Pero aunque supiera mi situación, aunque supiera que hacía deporte, que me cuidaba, que estaba gorda porque a mí no me importaba, hubo un tiempo en el que me sentía culpable, porque aquellos que me miraban, me miraban con odio, con asco y hacía que esa comida tan rica y sabrosa pasase a ser un infierno para mí. Hasta que decidí que hasta ahí llegó.

Estaba tan sumamente harta de que hasta unas mínimas golosinas me hicieran sentir mal que mi “chip” cambió. De repente nada importaba. Y esa sensación era mejor que cualquier otra. Por fin podía comerme aquellas comidas sin pensar en lo que pensarían de mí.  Solo me centraba en disfrutar de ese momento, de ese capricho que me estaba dando, de ese sabor tan increíble que abundaba en mi boca.

Que le den a la gordofobia, que le den a los que odian, a los que miran, a los que juzgan (porque también lo hacen con las muy altas, o muy delgadas, o llevan gafas, o tienen poco pelo)  al final lo que importa es que te encuentres bien contigo misma. Y todos sabemos que la represión lleva a la compulsión. Mejor disfrutar sin culpa esa pedazo de hamburguesa para poder llevar el resto del día unos hábitos saludables, que no comértela y acumular frustración hasta darte un atracón. O diez.

 

Diana.ruiz.18