EL OLOR DE LOS RECUERDOS

 

Dicen que el olfato a veces nos conecta con días pasados y evoca ciertos recuerdos. 

Recuerdo el olor de mi primera casa, en la que pasé mi niñez. Una niñez dura, tal vez viendo y viviendo cosas que no debería. Pero con momentos que también fueron felices. 

Recuerdo estar acostada y oír la puerta de casa. Mi padre llegaba bien tarde, después del trabajo y entre un pequeño alboroto de cacharros en la cocina, oler a jamón a la plancha. Era el olor a papá en casa, el olor que anticipaba el beso de buenas noches. 

 

Recuerdo el olor de la casa de mi abuela materna. El olor a cocido, lentejas, guisillo… 

El olor de sus armarios, de sus manteles… 

Mi abuela paterna (sobre)vivía sin olfato. Ella cuando fregada el baño tenía la costumbre de echar lejía como si no hubiera un mañana, así no le quedaba duda de dejarlo limpio y bien aromatizado. Muchos días salía mareada (encima el baño era súper pequeño) y no hacía falta preguntarle qué pasaba, nos daba un bofetón con retroceso el olor a lejía. De esos olores que hacen que te piquen los ojos. Ella se reía, porque la verdad es que era una señora que parecía muy invencible y le gustaba arriesgar demasiado. Como era tan despistada y lo mismo metía el monedero en el frigorífico, mi padre temía que hiciera algo parecido con la lejía y que un día se le fuera la mano echando de más (aún más) y le pillara sola en casa. Y es que los colocones eran memorables.

El olor en casa de mis abuelos era el olor de la aventura, de la locura, de la inocencia. 

Recuerdo el olor de la piel de mi padre, como también recuerdo los olores de la habitación de hospital de sus últimos días. Y se me revuelve el alma. Era el olor de la vida, y fue el olor de la muerte. 

Recuerdo el olor al entrar a mi último trabajo, en la librería. Uno de mis aromas favoritos. Un olor que nunca será igual, y que ha entrado en la categoría de olores archivados. 

El olor de resurgir, de inventar, de crear. 

Me encanta el olor del cuello de Arrogancias. Pero ese es un tema que no voy a tocar ahora mismo, que estoy a punto de parir y mi higo está ahora mismo concienciado para sufrir, no para otros menesteres.

Luego también me viene a la mente el olor de algunas personas, que después de un amplio debate con una amiga asquerosita como yo para los olores, creemos que es un perfume que nos recuerda a huevo. Huevo crudo, huevo viejo, huevo podrido… No os penséis que es huevo con papas a lo pobre, que no.

Es un olor que me da mucho asquito. 

Un olor que no te invita a conocer a esa persona.

Los olores en el embarazo… un embutido en el primer trimestre, el humo del tabaco, el olor al pasar por al lado de un autocar en marcha, la gasolina… 

 

Se me enciende la bombilla del recuerdo pensando en estos olores y me llevan lejos. 

Es el sentido que más lejos me lleva. El que más me llena. El que más me trae.

Y por último, mi olor favorito. 

El olor de Candela al nacer. 

Un olor extraño, pero único. 

¿Olor a Limón? 

No sabría decir a que olía. 

Pero a eso deben oler las nubes.

 

LADY APEGO