Aquí os va mi consejo, y sé que puede resultar controversial, pero desde lo más profundo de mi alma: no salgan con figuras de autoridad, chicas, sin importar cuanto las prenda un uniforme. La mayoría de los hombres, de por si tienen un complejo de superioridad, imagínense los que tienen placa. 

Me enrollé con un policía, y les digo sin lugar a dudas que fue el peor error de mi vida. Si piensan que estoy siendo dramática, sigan leyendo.

Nos conocimos porque siempre coincidíamos en un puesto de comida que queda cerca del trabajo de ambos, al menos una vez a la semana nos veíamos ahí, al principio solo hubo sonrisitas y miradas, ya después un intercambio de palabras, y finalmente me pidió mi número y comenzamos a salir.

No voy a mentirles, las señales estaban ahí, pero me gustaba y supongo que de tonta elegí ignorarlas… hasta que ya se volvió imposible. Hizo cosas pasadas de la raya como rastrear mi ubicación (a la fecha sigo sin saber cómo coño lo hacía) o investigar a mis amigos y conocidos. 

Después de solo un par de semanas, me di cuenta de que si no la paraba en ese momento, ya no habría forma y lo corté. ¿Han escuchado eso de que la ignorancia de la ley no excusa de su cumplimiento? Vamos a ponerlo de otro modo, imaginemos a alguien que conoce muy bien la ley y sabe cómo joderte sin legalmente joderte. No sé si me explico así que aquí voy.

Se aparecía frente a mi trabajo, y frente a mi casa, pero sin hacer absolutamente nada, solo estaba ahí, parado, como diciendo “Oye tú, estoy aquí, te estoy mirando” pero nunca llegaba a tocarme, hablarme y mucho menos a hacer algo agresivo. Comenzó así y ya luego me seguía por las calles, de nuevo sin acercarse demasiado ni atacarme, pero haciéndome sentir acosada y por ende incómoda. Intenté denunciar y ¿adivinen qué? No procedía porque él no me estaba haciendo nada. Solo estaba ahí, presente.

También me llamaba, de números desconocidos, a toda hora al punto que tuve que cambiar de línea, nunca dijo nada, mucho menos una amenaza, solo respiraba del otro lado de la línea y yo sabía que era él. 

Sé que todo esto suena inofensivo, pero créanme que vivirlo fue aterrador, porque no me dañaba, pero yo no dejaba de pensar que iba a hacerlo en cualquier momento. Y por más “inofensivo” que fuese, dejé de dormir y comer bien, y estaba enferma de los nervios.

Ya al borde de un colapso nervioso, cuando la situación ya llevaba más de dos meses, me tocaban mis vacaciones en el curro así que aproveché para salir de la ciudad y buscar otro trabajo para poder cambiar y poner cierta distancia entre él y yo. De igual forma ya venía con planes de buscar otro empleo desde hacía un tiempo. Renuncié a mi empleo, comencé en el otro, y aunque él sigue sabiendo donde vivo, no lo he vuelto a ver.

Vi en un breve paso por sus redes que parece que está saliendo con otra chica, y creo honestamente que mi salida de la ciudad fue lo que ayudó a que se olvidara de mí.

Aún no me siento completamente segura, no sé si algún día me sienta como antes y sé que es extraño pensar en que pueda tener tanto miedo de alguien que técnicamente no me dañó, pero si, con esas acciones “inofensivas” jodió al menos por ahora mi sensación de seguridad.

Dona Voladora