El primer bofetón no lo ves venir

 

El primer bofetón no lo ves venir. Y es posible que tampoco el segundo. Si hay un tercero no te culpes jamás, porque lo único que significa es que has entrado en una espiral de maltrato sin darte cuenta. No hay que perdonar ni siquiera el primero, pero como decía, es muy probable que no lo veas llegar. 

Antes del contacto físico de la bofetada en tu rostro, del empujón, de cualquier tipo de violencia física, sufrirás otros tipos de violencia. Y no te percatarás de que lo son, o tal vez las dejes pasar: «Tiene carácter fuerte», «estaba enfadado/bebido». Te dirás que no volverá a ocurrir, seguramente él te lo diga también. Desgraciadamente, no es en absoluto cierto. Quien utiliza la violencia como válvula de escape, dominación o forma de ser, no cambiará. Empezará por formas sutiles: comentarios despectivos sobre ti, tu persona, tu ropa y, sobre todo, tu entorno.

Un maltratador no te quiere acompañada. Un maltratador te quiere sola, indefensa y débil, a su merced. Desea el dominio sobre ti, porque así se crece y piensa que ejercerás su voluntad, sea esta cual sea. Lo sé, amiga: es fácil decirte «huye», «ahí no es» o incluso «¿cómo puedes tolerar eso?». 

Pero no. De tú a tú, esto nunca es fácil. Es más, mi primera agresión (física) sufrida tampoco la vi llegar. Apareció de improviso como la marea, un malvado oleaje, un tsunami de lo que nunca fue un océano en calma. Llevaba años siendo hostigada, maltratada y vejada, pero era mi normalidad. Así que, cuando ese ser (¿sería humano?) me cogió por los hombros, me alzó del suelo y me hizo volar por los aires cual avioncito de papel, no me lo esperaba. Me quedé mirándole dolida, agarrándome el brazo dislocado sin decir una sola palabra. No lloré, no grité. Enmudecí por completo. Aguanté toda clase de dolor y durante no sé cuánto tiempo, pero seguro que menos de lo que creí, estuve en el suelo, contemplando esas horrendas baldosas amarilleadas. 

Me suplicó y me suplicó que por favor no le abandonara. Y, ¿sabéis qué? Hice lo que espero que ninguna de vosotras haga jamás: me quedé. Le dije que me quedaría por pena y aún así él aceptó esa condición, puesto que volvía a estar bajo su dominio.

En un mundo de red flags y detección de gente tóxica por todas partes, yo no vi que era una mujer maltratada. A decir verdad, apenas era capaz de ver nada. ¿Recordáis lo que he dicho de que el maltratador te aleja del entorno? Es fundamental, el inicio claro de que va a manipularte para hacer contigo lo que quiera. Si de pronto todas tus amigas son malvadas y guarras, si tus amigos peor aún y si deberías alejarte de tus padres por su mero consejo, abre los ojos y ponte a salvo. Es más fácil huir cuando todavía no hay heridas abiertas.

Un abrazo y os quiero, amigas.