Winter is coming, queridas, o al menos en el norte que es donde yo vivo. Real que el otro día le pregunté desesperada al casero que cuándo pensaba poner la calefacción, porque yo así no puedo vivir. Él me dio largas y acabé comprándome un calentador portátil y un jersey polar muy calentito.

El frío tiene muchísimos defectos: hay más catarros, comienza la temporada de gripe, se hace de noche antes, quitan las terrazas de los bares, te toca salir antes de casa para quitar la escarcha del coche helándote las manos, y apetece menos follar.

Llegas a tu casa después de una larga jornada laboral y ahí está tu churri, mirándote desde el sofá con cara de “me-cago-en-el-casero-y-en-la-no-calefacción”. Te pones tu pijama de invierno, es con borreguito por dentro, y por encima te pones un jersey. Llevas más capas que una cebolla y todavía tienes frío.

¿Apetece cocinar? No. Mejor pedir comida a domicilio. Llega la pizza familiar con siete quesos (porque cuatro eran pocos) y acabáis reventados. Te duele la tripa por la cena, la garganta por el frío, y los ovarios por la regla. ¡Qué maravilla la vida!

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Acaba el capítulo de la última serie que estáis viendo y os vais a la cama. Te empiezas a encender un poquito. Eres de carne y hueso, tu novio es un pibón, normal que estés cachonda. Bajas entre las sábanas y empiezas a quitarle los pantalones con delicadeza. Sí, amigas, comienzas a comérsela, pero… ¡Tienes la nariz taponada! ¿Cómo te metes un pollón en la boca y respiras a la vez? ¿Vivir o proporcionarle un orgasmo? Difícil decisión.

Paras porque esta noche no te apetece morir asfixiada, pero empezáis a follisquear. Los pies se te quedan fríos, el culo se te congela, y las sábanas acaban en el suelo congelándose porque eres pobre y tu casa no tiene parqué con calefacción radiante, tiene baldosas de esas que parecen hielo.

Te corres y cuando levantas las sábanas del frío suelo deseas con todo tu corazón ser un oso en tu próxima vida para poder hibernar durante el invierno.

No nos engañemos, queridas, durante el invierno el sexo es peor. Lo único positivo son los puestos de castañas (que cada vez son más caros), el Suchard en el supermercado y los jerseys con estampados navideños.

 

Redacción WLS