Experiencia: mi primer parto fue maravilloso 

 

Hoy he leído este post de una de nuestras compañeras con el corazón en un puño y me he animado a contaros mi historia, porque yo también fui hasta hace bien poco una embarazada primeriza con mucho miedo (y me ayudasteis muchísimo <3); y me consta que no soy la única

Mi primera hija cumple hoy una semana y quiero compartir con vosotros mi experiencia del parto que, por suerte, es radicalmente diferente a la de nuestra compañera del post que menciono al principio. No hago esto para compararme con nadie, ni para fardar de la suerte que tengo; simplemente quiero ofrecer otra perspectiva para que todas aquellas mujeres embarazadas que leen Weloversize y afrontan con tanto miedo como yo este momento vean que también hay partos maravillosos en los que todo sale mejor que bien. Partos que te dejan en una nube durante días y que consiguen que pienses en ese día como el más bonito de tu vida. Partos que desearías para cada mujer del mundo.

Mi historia comienza la noche del 9 de octubre, noche de luna llena. Estaba de 40 semanas y 4 días y venía de pasar un día maravilloso con mi marido paseando por el Retiro y comiendo en nuestro restaurante favorito, cuando mi mejor amigo me sorprendió desde Berlín con la intención de estar en Madrid los días en que naciese mi bebé. Quizá el chute de oxitocina a raíz de la sorpresa o el haber caminado tanto tuvieron algo que ver, pero el embarazo estaba a término y no me sorprendí ni un poco cuando a las 6 de la mañana del domingo rompí la bolsa de manera espontánea. El momento de conocer a Gaia se acercaba.

A las 8 de la mañana llegamos al hospital, a las 09:04 entré en paritorio y a las 10:10 ya había nacido mi niña. Desde el momento de la ruptura de la bolsa hasta que la matrona me miró de cuánto estaba dilatada tuve, a lo mucho, 10 contracciones, las cuales fueron bastante soportables, excepto las dos últimas, que ya me dolieron mucho. 

Cuando entró la matrona en la consulta, al verme, me dijo “Te veo muy entera, eh” y procedió a explorarme, pensando que quizá no había empezado ni a dilatar. Para sorpresa de todos, estaba ya de 9 cm (hay que llegar a 10 para empezar a empujar): “Este va a ser un parto facilísimo y rapidísimo. Estoy de guardia saliente y me dan ganas de quedarme a verlo, porque en nada está aquí”, me dijo. No sabéis la fuerza que me dio escuchar que ya me había saltado la parte más dura de la dilatación, y que estaba casi hecho. Entonces, me preguntó si quería la epidural, que podían ponérmela y era totalmente mi decisión, pero que quizá me podía pensar si merecía la pena a esas alturas. Tenía el papeleo hecho, durante el embarazo había pronunciado la frase “Yo no he venido aquí a sufrir; a mí la epidural y cuanto antes” una y otra vez cuando me preguntaban, estaba en mi “plan de parto” (que finalmente olvidé que tenía). Lo tenía clarísimo y, a pesar de todo, al final tuve a mi niña de 4 kilos y 170 gramos de manera natural, sin epidural, y también sin episiotomía ni grandes desgarros, con solo dos puntos internos reabsorbibles. Si me lo llegan a contar el día de antes, no lo habría creído ni por un segundo. 

Y fue tan bonito… Parir es un esfuerzo inhumano, muy cansado e intenso, pero así y todo es una pasada de experiencia, y cuando nace tu bebé y te lo ponen encima, ya no existe nada más en el mundo. A través de un espejo que me ofrecieron, la vi salir mientras todo el equipo médico me animaba y empoderaba, repitiéndome lo bien que lo estaba haciendo, lo máquina por haber llegado hasta allí yo sola, lo impresionados que estaban todos. No puedes no creértelo y no venirte arriba.

Yo tenía mucho, muchísimo miedo al parto. No creo que ninguna de mis amigas, conocidas o mi hermana tuviesen tanta angustia como yo antes de que llegase el momento. Empañó la felicidad durante mi embarazo en algunos momentos porque solo era capaz de pensar que me iba a morir del dolor, que no iba a ser capaz, que iba a sufrir con todas las letras, y que eso haría que desarrollase una depresión postparto de cuidado, porque ya tuve un poco de depresión pre parto durante el primer trimestre. Ojalá tener una bola de cristal. Ahora miro atrás y alucino, llevo una semana alucinando. El Hospital de la Zarzuela de Madrid quizá sea ya uno de mis sitios favoritos en la Tierra, y creo que el equipo médico que se encargó de mi parto y postparto inmediato se merece este reconocimiento. No solo hicieron un trabajo fantástico, sino que me cuidaron en todo momento y consiguieron que estuviese relajada, incluso de risas, como si fuesen mis colegas de cañas, respetando mis ritmos y mis deseos a cada instante, viviéndolo conmigo, como si no hubieran visto miles de partos ya, como si el mío fuese único, especial. Desde aquí, un agradecimiento eterno.

Sé que mi experiencia no es lo normal, que he tenido muchísima suerte y que no sé qué hice en otra vida para que el karma me haya regalado un parto fácil, rápido, sin apenas dolor, respetado, humano y precioso, coronado con un postparto también perfecto. Esta semana, mirando la carita perfecta de mi hija, le he dado las gracias por haber venido al mundo de manera que pueda recordar el día en que la conocí solo con amor. OJALÁ todas las mujeres del mundo tuviesen mi suerte y los casos de violencia obstétrica fuesen cosa del pasado, y ojalá todas las que me leéis tengáis esta suerte y podáis recordar el día de vuestro parto y desear revivirlo una y otra vez.

Alessia