Follodrama: En medio de la obra me hizo la cobra

 

Os juro que soy una chica centrada, cabal y muy convencional en todos los aspectos. De tan normal que soy se podría decir incluso que soy un poco aburrida. Lo sé porque tengo una amiga que está en el otro extremo de la cuerda y me lo recuerda cada vez que nos cuenta una de sus batallitas. Sobre todo, cuando se trata de sus batallitas sexuales.

Si es que la tía no para, todas las semanas tiene material nuevo y cada vez más extravagante.

Y yo siempre me limito a escuchar, ya que poca cosa puedo aportar.

Aunque, en realidad, sí tengo una historieta digna de estas charlas subidas de tono con mis amigas. Lo que pasa es que me da mogollón de apuro hablar de ello.

Sin embargo, me apetece compartirlo por aquí. Tal vez al final me anime, me atreva a pasárselo y saque pichón para confesarles que soy la autora.

Por el momento os voy a narrar mi Follodrama: En medio de la obra me hizo la cobra.

Tal y como habréis deducido, este follodrama tiene lugar en un edificio en obras.

Mi hermana estaba buscando casa y me había pedido que le acompañara a ver sus 34876952 opciones favoritas.

Fue así como conocí al comercial de la inmobiliaria con el que acabaría protagonizando esta movida.

El caso es que el vendedor en cuestión hacía que la intensa búsqueda de mi hermana se volviese mucho más amena e intensa para mí también. Como en el cuarto o quinto piso que nos llevó a ver nos intercambiamos los teléfonos y empezamos a quedar.

Total, que mi hermana estaba medio al tanto de mis escarceos con el chaval, así que me pidió que intercediera por ella y le pidiera que nos enseñara un piso de obra nueva que estaba en su top 10 el domingo. Para que así pudieran acompañarnos también un par de amigos suyos que entre semana no podían.

El chico aceptó y allá que nos recorrimos la mitad del edificio, pues, además de enseñarnos el piso piloto, nos hizo una ruta por otras plantas y por las zonas comunes.

Nos despedimos en la calle y, cuando iba a decirle adiós a él también, me propuso volver a subir. Meneó las llaves en el aire y dijo algo así como que la cama del piso piloto parecía muy cómoda.

Volvimos al piso y adoptamos los roles de vendedor y compradora cachondos. Íbamos parando en las diferentes estancias y, mientras él soltaba el típico rollo, nos íbamos dando el lote y tal.

Llegamos a la cocina, él dijo una frase tipo ‘con estas vistas se pueden hacer unas comidas espectaculares’. Y yo, con la tranquilidad de que era domingo y de que no había nadie merodeando por el edificio, me arrodillé para comérsela.

 

Follodrama: En medio de la obra me hizo la cobra

 

Terminé, se la volvió a meter dentro de los calzoncillos y yo me dije ‘bueno, es mi turno’. Agradecí haberme puesto un vestido aquella mañana y me dirigí al salón-comedor para sentarme en la mesa y decirle que seguro que allí también se comía muy bien.

Él se me acercó, yo le iba a besar y, de repente, se echó para atrás con cara de susto.

Yo me quedé en plan ‘¿Perdón? ¿El tío al que se la he chupado en medio de la obra me hizo la cobra?

Pero entonces me tiró del brazo para que me bajase, se ajustó el paquete y se puso a hablar de rotura de puente térmico y a señalar hacia las ventanas.

Justo cuando iba a preguntarle qué coño le pasaba, vi que ya no estábamos solos. Había otras tres personas en el salón.

Resultó que él no era el único vendedor dispuesto a enseñar pisos en domingo, que está la cosa muy achuchada. Pero vamos, para achuchada yo, que por pocos segundos no me encuentran tumbada en la mesa con el potorro a airear y un comercial inmobiliario entre las piernas.

Pudo haber sido mucho peor, pero a mí no me quedaron ganas de volver a hacer algo similar.

 

Anónimo

 

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