El siguiente follodrama ocurrió durante mi recién estrenada soltería. Con 30 años, ganas de mambo y nada que perder, por aquellos tiempos me comía cualquier cosa que se parara sobre dos patas. 

Conocí a (llamémosle) Rafa de casualidad. Una amiga mía que vive en el extranjero quiso hacerme un regalo y para ahorrarse los gastos de envío del correo, aprovechó que Rafa venía a España y le encasquetó el regalito a él. Por supuesto, tuve que llamar a Rafa para que nos viéramos y me entregara el obsequio que mi querida amichi me había enviado.

Cuando vi a Rafa aquella primera vez lo primero que pensé es que VAYA REGALAZO me mandó mi reina amiga. Y no hablo de la baratija, no (gracias por eso bella, le tengo mucho cariño ), hablo del maromo de metro noventa que usó como mula para hacérmela llegar. El nene era una escultura creada por los mismos dioses, el David de Miguel Ángel no le tenía nada que envidiar. De origen palestino, morenazo de ojos verdes, y con esos rasgos exóticos que a una le trasladan automáticamente a las historias de las Mil y Una Noches… debí comportarme como una auténtica lerda en esos 5 minutos que estuvimos durante la entrega del regalo, porque de la borrachera hormonal que me provocó el maromo después no podía recordar la conversación, supongo que banal, que tuvimos. El calentón se me tuvo que notar porque Rafa me escribió esa misma noche para tomar algo con la notoria seguridad de que yo le diría que OBVIAMENTE MEGA SÍ.

Yo no me lo podía creer, ¿ES EN SERIO  que este adonis quiere tomar algo CONMIGO? os juro que en mi vida había puesto tantas expectativas en una cita o en una persona. Ya me puse cachonda mientras elegía el modelito para la cita, pensando en cómo Rafa me lo iba a arrancar a mordiscos.

Para mi máximo agrado la cita fluyó como el agua, Rafa además de un monumento era súper simpático. No tardamos en comernos los mocos en aquella barra de bar, así que me invitó a su casa (o mejor dicho, la casa de sus padres) para culminar la faena. Me aventuré a hacerle una felación de aquellas que no olvidaría jamás, con todo el arte y el cuidado que la experiencia me ha otorgado. Y vaya que lo estaba disfrutando, cómo gemía mi querido morenazo. EFECTIVAMENTE, IBA A SER UNA MAMADA QUE NUNCA IBA A OLVIDAR, porque en ese preciso momento, justo antes de llegar al clímax, ALGUIEN abrió la puerta de su habitación.

SI, AMIGAS, SU MADRÉ ENTRÓ AL PISO, Y NINGUNO DE LOS DOS SE DIO CUENTA. Imaginaos la escena, Rafa en plena corrida y su madre con cara de haber visto a un zombi. ¡Si es que se le cayó el Hiyab del susto a la pobre mujer! Yo estaba con cara de «peronomehabiasdichoqueestabassolo?????» La pobre señora atinó a cerrar la puerta, Rafa ni siquiera salió a hablar con ella, supongo que estaba tan avergonzado como yo. ¿Acaba aquí la historia? no, amigas, me quedé a pasar la noche en ese piso porque Rafa me dijo que su madre sale muy temprano a trabajar, y yo quería hacer lo posible para evitar ver de nuevo a esa señora. ERROR.

Por razones que nunca supe, la señora madre no fue a trabajar al día siguiente, o salió más tarde, o que se yo. El caso es que yo sí me tenía que ir, así que tuve que aguantar el bochorno de pasar por delante de las narices de esta señora al día siguiente, la cual me dio un cordial «buenos días» con cara de querer asesinarme.

De Rafa no he sabido nada desde entonces. Pero le conté el drama a mi amiga, la que me lo envió, y todavía recordamos entre risas la Historia de la Mamada Inolvidable.

anónima