Todos los años una amiga del trabajo con la que tengo muy buen rollo hace un fiestón increíble el día de su cumpleaños, y este año no iba a ser menos. A la muchacha le van mucho las americanadas así que decora su piso con una ambientación de una película/serie e invita a ciento y la madre. Total, que este año decidió inspirarse en Infinity War, así que yo me maquillé toda verde con unas pinturas de los chinos, me embutí en un traje negro ajustado y me puse un spray rojo en las puntas del pelo. Yeah, era la Gamora gordibuena más molona de todo el universo. 

Como tenía ganas de darlo todo, tardé quince minutos en pasar de la cerveza a los chupitos. Aunque tenía la vista un poco borrosa del alcohol en sangre, me di cuenta de que un maromazo me estaba mirando. El chaval en cuestión llevaba un disfraz de Soldado de Invierno y a mí me hizo de todo la parrusa excepto enfriarse, porque me entraron unos sofocos que ni invierno ni leches.  

Me acerqué y le dije que me gustaba mucho su disfraz y como quien no quiere la cosa empezamos a tontear a lo bestia. ¿Veis Soldado de Invierno en las películas? Tan buenorro, tan timidín, tan sosainas, tan profundo por sus traumitas. Pues este tío era todo lo contrario.  Desde el minuto cero ya estaba haciendo bromas, tirando la caña a tope e insinuando que si yo quería, me iba a rellenar como un pavo. Evidentemente, yo estaba por la labor, así que le seguí el rollo. Era inevitable que acabásemos en su casa, pero lo que pasó allí me trae por el camino de la amargura.  

Para que os hagáis una idea, me empezó comiendo pero a los dos minutos ya me estaba follando porque estábamos tan cerders que queríamos darle al metesaca. El problema es que en una embestida en la postura del misionero de toda la vida me debió tocar con la punta del rabo el intestino, porque eso fue como cuando tiras un dominó y los demás caen en cadena. Del intestino salió un gas que fue hasta mi estómago, y de mi estómago a mi garganta y de mi garganta salió por mi boca en forma de eructo, pero no un eructo sutil de esos que toses y parece que no ha pasado nada. NOOOO, fue un eructo de señor de pueblo. Un eructo sonoro, con olorcillo al bocata de chorizo que me comí para merendar mezclado con el Jäger que bebí en la fiesta. Un eructo tan bestia que si en las noticias leéis que ha habido un terremoto en China, yo habré sido la culpable. Un eructo a dos centímetros de la boca del muchacho. 

Representación gráfica.

Me quise morir de la vergüenza. Por mi cabeza empezaron a aparecer imágenes de todas las opciones que tenía. ¿Fingir que no había pasado nada? ¿Pedir perdón? ¿Decir «pal rey que lo quiere todo»? El caso es que entre tanto pensamiento, el rabo del Soldado de Invierno se enfrió. Diría que me puse roja como un tomate, pero como iba pintada de verde no sé de que color sería mi cara. El caso es que le dije que me tenía que ir, que lo sentía muchísimo y me vestí sin poder mirarle a la cara.  ¿Cómo se supera este trauma?  

Autora: de Gamora pibón a rana.