Follodrama: Tanto le gustó que se me desmayó

 

¿Por qué siempre me pasan las cosas más raras?

Es que, de verdad, siempre a mí.

Cuántas veces no habré escuchado eso de ‘lo que no te pase a ti, no le pasa a nadie’.

Porque es verdad, verdadera.

Y aún estoy intentando superar la última.

Os la cuento porque encima es un Follodrama en toda regla.

Resulta que llevaba un tiempo detrás de un chico, el amigo de un amigo de un amigo (lo juro por dios, no es una forma de hablar) que, de vez en cuando, salía con nuestro grupo.

O sea, lo conozco porque coincidíamos cada mes o mes y pico en los mismos bares de copas.

Con el rollo de la pandemia dejé de verlo y mi chochita y yo nos dimos cuenta de que lo echábamos de menos.

Así que, cuando nos lo encontramos de casualidad en un centro comercial, no lo dudé. Charlamos un rato de cómo nos había ido este tiempo y, cuando nos despedíamos, le dije que me diera su número para avisarle si quedábamos y tal.

Al finde siguiente le mandé un mensaje informando que nos íbamos a tomar unas cañas y el chaval se nos unió.

A la tercera o cuarta, directamente le dije que nadie podía quedar, pero que, si a él le apetecía, podíamos tomarnos unas nosotros solos. SOLOS. Y le apeteció.

Follodrama: Tanto le gustó que se me desmayó

Tomamos un par de cañas. Unos pinchos. Un vino. Ahí ya me lancé y le solté la mítica de si quería subir a mi casa a tomar la última.

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Por puro protocolo le ofrecí algo de beber, puse unos ganchitos en un bol y saqué dos cervezas de la nevera. No es que tuviera más alternativas, francamente, ni tampoco iba a decirle que me esperara, que bajaba al chino a por algo más gourmet.

Yo lo que tenía eran ganas de él.

Y, por lo visto, él también de mí.

Se bebió la cerveza a morro en dos tragos largos mientras yo buscaba las servilletas y, acto seguido, me agarró y me plantó un morreo que lo flipas antes siquiera de que me pudiera sentar para hacer lo mismo.

Sin problema. No es que me encante desperdiciar mis reservas de alcohol, pero el tío bien lo merecía.

Nos enrollamos como adolescentes en el sofá. En plan mogollón de rato de besos, mordiditas y refriegue con los pantalones de por medio. A tope de petting, que por una vez no está mal recuperar las viejas costumbres.

Pero sin pasarse, que ya somos mayorcitos.

En un cambio de postura veo que por fin empieza a quitarse ropa y entonces yo aprovecho para llevármelo al dormitorio.

Una porque yo ya no aguantaba más. Otra porque el hombre llevaba palote desde el primer magreo y no quería que se me fuera en cuanto la metiera. Esperaba más de él, pero tampoco quería forzar y terminar decepcionada.

Nos desnudamos de todo, se pone el condón que le doy, se coloca entre mis piernas, se sube una al hombro y… buah. Qué meneo más rico.

Yo con miedo a que no me durara y voy y me corro en unas cuantas sacudidas.

A él le estaba costando un poco más, pero al poco vi que aumentaba la intensidad y se le ponía cara de que me voy.

En efecto se va. Me suelta la pierna. Baja la cabeza. Noto como que se le afloja el cuerpo y se me cae encima.

Literalmente se me cayó encima.

Follodrama: Tanto le gustó que se me desmayó

Tuve los reflejos justos para apartar la cabeza y evitar tremendo coscorrón.

Al principio pensé que era una especie de broma o algo, pero me asusté cuando pasaron unos segundos y el tío ni se movía. No le veía la cara, porque la tenía girada hacia el otro lado.

Lo tenía encima, inmóvil. Y yo allí aplastada por su peso y cagada de miedo porque le hablaba y no reaccionaba.

Dios. ¿Estaba muerto? ¡Se me había muerto con la polla dentro?

¡La que se quería morir era yo, joder!

 Conseguí quitármelo de dentro y me liberé de él.

Justo cuando estaba agachada delante de su cara para comprobar si respiraba empezó a parpadear.

Casi me meo del alivio.

Le pregunté si estaba bien y me soltó:

Me he desmayado ¿no? Me pasa a veces cuando estoy muy excitado.

Vamos, que tanto le gustó que se me desmayó.

La madre que lo trajo.

Al parecer le pasa relativamente a menudo. En según qué circunstancias le dan síncopes después del orgasmo.

Tócate los cojones.

Que no digo yo que lo haga a propósito ni nada, pero que avise de que puede ocurrir, coño.

Que, pese a que lo suyo no es grave, aquí la menda casi palma del puto susto.

De hecho, como aún no me he repuesto de todo, no le he vuelto a llamar.

 

 

Anónimo

 

 

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