Fue una situación muy divertida y que jamás olvidaré, pero lo cierto es que también resultó algo incómodo porque mis padres estaban a punto de entrar en el salón y la cosa se podría haber desmadrado más de lo que parecía. Pero bueno, un follodrama lo tiene cualquiera ¿no? En mi caso, mi novio tuvo que correrse en un paquete de Pringles.

Todo ocurrió cuando decidimos pasar el viernes por la noche en mi casa. Mis padres estaban en el cine y nosotros decidimos quedarnos viendo una peli en el sofá del salón. La verdad es que era muy mala, o al menos a mi no me gustó mucho y desconecté. Era “Los becarios”. Pensé que iba a estar divertida pero me aburría como una mona, y claro, cuando me aburro viendo una peli tengo que distraerme con otras cosas (y ya se habían acabado las Pringles)…

 

Poco a poco entramos en materia y allí estábamos, haciéndole una paja a mi novio en el salón de mi casa. Nos lo estábamos pasando muy bien pero lo que sucedió a continuación, sí que es de comedia de Hollywood. Lo curioso es que sucedió todo en unos segundos pero puedo describirlo como si hubiéramos tenido todo el tiempo del mundo. Así que lo voy a intentar describir de la mejor forma posible y con todos los detalles que recuerdo. 

Justo cuando mi novio estaba a punto de terminar se abre la puerta de mi casa. Eran mis padres. No habíamos estado pendiente de la hora y se nos había ido el Santo al cielo. Su película ya había terminado y estaban entrando por la puerta. Deciros que la puerta de la calle estaba justo enfrente de la del salón, separada por un recibidor de menos de dos metros de distancia.

 

En ese momento, en esos milisegundos en donde él llegaba al orgasmo, nos pusimos nerviosos, como locos porque se iba a llenar entero de semen y se iba a ver de lejos. Así que corriendo, cogí el paquete de Pringles (qué gracias a Dios ya estaba vacío) para que terminase ahí dentro.

Mis padres, mientras, se quitaban los abrigos y los colgaban en el perchero del recibidor. Tiempo suficiente para cerrar la tapa del tubo de patatas y recomponer la compostura de dos personas normales viendo una peli. Os vuelvo a recordar que esto sucedió en apenas unos segundos.

 

Entraron por la puerta y les saludamos, le preguntamos qué tal la peli y seguimos en nuestro sofá viendo la nuestra como si no hubiera pasado absolutamente nada de nada. Salvo que yo no paraba de pensar que el puto tubo de Pringles estaba encima de la mesa junto a las palomitas y demás y rezaba interiormente para que no le diera por querer coges una patata.


Pero gracias a Dios, volvieron a cerrar la puerta y nosotros pudimos respirar tranquilos. LITERALMENTE porque creo que nos quedamos sin aire cuando entraron al salón. La anécdota quedó divertida y me descojono cuando la recuerdo pero fueron unos segundos interminables la verdad. ¡QUE OPORTUNOS COÑO! Pero bueno, nunca olvidaré que mi novio tuvo que correrse en un paquete de Pringles jajaja

 

Anónimo

 

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