La dieta Flash,…….. la última dieta,……. la dieta de los 9 días, …….la dieta del yogurt, …….adelgace 4 kilos en un mes y sin esfuerzo, ……..la dieta que se adapta a ti, ……….adelgazar es fácil, …….la dieta de la piña…….
Solo he necesitado un par de minutos para rescatar este tipo de titulares de revistas y anuncios de productos milagro.
Continuo, la dieta de las 6 comidas,…la dieta oportuna,….la dieta del ejecutivo,….la dieta de la quinceañera,…la dieta del astronauta,……la dieta Scardale,….. y así hasta las 443 páginas que componen el libro» Todas las dietas que existen para adelgazar».
Fijaos que el título no se pilla los dedos y dice «que existen» cuando podría decir » que sirven«. Listos estos tíos si señor.
Porque funcionar, NO FUNCIONA NINGUNA.
Hace poco Teresa escribía este magnifico post donde denunciaba el fiasco que hay detrás de las dietas milagro.
Y también hace algún tiempo escribí un artículo sobre las dietas milagro en la web del centro donde colaboro. Os dejo aquí el link por si alguien quiere ampliar información sobre este tema.
La Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas informa que el 69% de los pacientes que se someten a una dieta milagro, recupera el peso después. A mi particularmente me parece un porcentaje bajo.
En ese mismo informe apuntan que 7 de cada 10 personas abandonan las dietas milagro debido a sus efectos secundarios.
En otro estudio de STICE y colaboradores en 1999 sobre 700 adolescentes estudiadas durante 4 años se arrojan unos datos preocupantes:
– Las chicas que con 14-15 años hacían dieta tenían más probabilidad de tener sobrepeso con 17-18 años.
– Las chicas que utilizaban estrategias compensatorias, aumentaron su peso a lo largo del estudio.
FIELD y colaboradores en 2003 estudiaron a 8203 chicas de entre 9 y 14 años durante 3 años. Las aportaciones de este estudio son muy reveladoras:
– Las chicas que hacían dieta al inicio del estudio ganaron más peso a lo largo de los 3 años que las que no lo hacían.
– Las chicas que hacían dieta tenían una probabilidad 12 veces mayor de empezar con atracones de comida.
Voy a repetir de nuevo: «Las dietas milagro NO FUNCIONAN».
Lo único que conseguiremos será bajar de peso por un periodo de tiempo pero después lo volvemos a recuperar e incluso, recuperamos más de lo que se pierde.
Es un simple mecanismo de supervivencia. Hay una compensación metabólica debido a que el organismo lo interpreta como una agresión a la supervivencia, y reacciona poniendo en marcha una serie de mecanismos destinados a regular y recuperar el peso perdido.
La pérdida de peso produce una reducción del tamaño de los adipocitos, que son las células del cuerpo especializadas en almacenar las reservas energéticas, y no su cantidad. Por lo que después de «vaciar» las células, el cuerpo intentará llenarlas de nuevo y si puede, con más cantidad de la que ha perdido.
Por eso es más fácil perder peso que mantener la pérdida a lo largo del tiempo.
El ser humano es el resultado final de un organismo con millones y millones de años de evolución, replicándonos y mejorando las versiones anteriores. No intentemos ser más listos que la propia evolución.
Pero, ¿por qué aún sabiendo esto, sucumbimos y nos dejamos atrapar incautos por los mensajes publicitarios?
Por una parte tenemos el mundo de la publicidad que a través de los medios de comunicación y de las publicaciones temáticas dirigidas a un sector de la población nos venden lo que no necesitamos, basándose en la creación de una necesidad que no tenemos. Adelgazar si, pero por y con salud, porque la salud es lo primero. Y eso amigas y amigos, no es nada fácil por mucho que los mensajes publicitarios digan lo contrario.
Por otro lado nos inculcan a través de modelos a seguir, un ideal (irreal) de belleza asociado al éxito profesional y personal. ¿Quién no desea tener éxito en la vida? Aquí es donde nos crean la necesidad, y después nos venden la herramienta para conseguirlo.
Hace unos días, cuando comencé a escribir este artículo me esforcé por prestar atención a todos los anuncios publicitarios que tenían que ver con el tema del adelgazamiento. Y voilá, como por arte de magia, una conocida marca que vende productos adelgazantes ( no diré el nombre para no hacerles ninguna publicidad), y que se anuncia en televisión había mejorado su producto anterior haciendo este último más eficaz. Esta vez lo anuncian como un «bloqueador de carbohidratos, azucares y grasas».
Vaya falacia más grande. Os voy a desgranar los trucos que han empleado para colarnos el invento al personal:
En primer lugar han utilizado 3 conceptos detestados por toda aquella persona que se disponga a perder peso: carbohidratos, azúcar y grasas. Para empezar los azucares son carbohidratos y pertenecen a la misma categoría de macronutrientes, pero como es un concepto que se asocia a la ganancia de peso, lo utilizan en su mensaje otorgando a su inefectivo e ineficaz producto la capacidad de «bloqueador de estos nutrientes». No todos los tipos de carbohidratos tienen el mismo efecto sobre el organismo, o mejor dicho, dependiendo del origen del carbohidrato, este tiene un impacto metabólico diferente sobre nuestro metabolismo. No es lo mismo 100 grs. de azúcar refinada que 100 grs. de carbohidratos provenientes de las verduras u hortalizas. Los dos aportan la misma energía, 4 kcal por gramo, pero para llegar a los 100 grs. de carbohidratos, por ejemplo comiendo coliflor, tendríamos que ingerir aproximadamente cerca de kilo y medio de esta hortaliza para aportar la misma cantidad de energía proveniente de los carbohidratos que 100 grs. de azúcar refinada. Además de los mismos carbohidratos, estamos aportando al organismo fibra y un sinfín de minerales y vitaminas muy beneficiosas para nuestro organismo.
Pero no es mi intención que este post se convierta en una clase de nutrición, no es mi campo.
Solo quería poner de manifiesto que hablando de nutrición, azúcar y carbohidratos son la misma cosa. Strike uno!!!!
Vamos ahora con las grasas. Las grasas son necesarias para el organismo. Mejor dicho, los ácidos grasos, que es el término que se emplea para denominar a las grasas. Y como con los carbohidratos, no todos los ácidos grasos son iguales. Están los saturados, los insaturados, los monoinsaturados y los poli-insaturados. Todos tienen una función en nuestro organismo, presentando ventajas unos sobre otros.
Hay numerosa evidencia científica que demuestra que la disminución de la grasa en las comidas no está asociada a una mayor pérdida de peso. Quizás esta idea de reducir las grasas esta basada en las recomendaciones nutricionales de la década de los 90 donde se dedujo que como la grasa aporta 9 kcal por gramo, reduciendo su porcentaje en las comidas, se reduce considerablemente el aporte calórico. Esto es una falacia nuevamente. Hay numerosos estudios que indican que la ingesta de grasas estabiliza los niveles hormonales, y esto tiene un efecto directo sobre la sensación de saciedad.
Por cierto, ¿cuánto porcentaje de grasas bloquea el invento del siglo? ¿El 20%, el 30, el 50, el 100 %? Strike dos!!!!
Tampoco hay suficiente evidencia que asocie el aporte de ácidos grasos saturados con una mayor incidencia de enfermedad coronaria.
Por lo tanto, y partiendo de la base que no existe bloqueador alguno de los macronutrientes que acabo de citar, no se puede demostrar que estos sean perjudiciales para el objetivo de bajar de peso.
Cambiando de dimensión, ahora toca hablar un poco de nosotros. Las personas somos muy impacientes, queremos resultados rápidos y sin esfuerzos. O si tiene que haber esfuerzo, que sea el mínimo posible. Strike tres!!!!
No somos capaces de analizar las consecuencias a largo plazo y nos centramos en las consecuencias a corto plazo. Somos así y ¿por qué no, verdad?
No hemos venido a sufrir a este mundo aunque nadie nos asegura la felicidad. Y a veces la felicidad tiene el aspecto de suculenta hamburguesa, bolsa de snacks o paquete de galletas de chocolate.
Y es que nadie nos dice que mientras nos entregamos a esos placeres, estamos aliviando nuestro sufrimiento por un momento corto pero gratificante. Lo que los psicólogos llamamos refuerzo negativo y refuerzo positivo. Por una parte (R-) evitamos pensar en los problemas mientras nos gratificamos con comida, y por otro lado (R+) el comer nos aporta unas sensaciones placenteras que se producen a consecuencia de lo que nos llevamos a la boca. Ya sabéis, eso de la activación de los circuitos de recompensa, la via dopaminergica y el núcleo Accumbens.
Pues más o menos ya tenemos todos los ingredientes de nuestro coctel. Solo falta agitar, adornar una copa y servir bien frío.
Y ahora viene cuando nos venden cómo conseguirlo, porque señores y señoras, ellos son más listos que la propia naturaleza y saben cómo engañarla. Aplíquese esta crema reductora por las noches, pruebe nuestras maravillosas barritas y pierda peso sin darse cuenta.
Tenemos la inoculación de la necesidad de que para tener éxito en la vida hay que ser delgada y estupenda, como si nuestra capacidad intelectual y emocional dependiera del dichoso número que marca la báscula.
(Pido disculpas por si algún lector o lectora se siente molesto por el sesgo de género, pero la presión social que se ejerce sobre la imagen corporal recae considerablemente más sobre la mujer que sobre el hombre)
En lo único que han demostrado ser más listos que nosotros es que se han dado cuenta que somos capaces de esforzarnos ( económicamente hablando) por conseguir de una forma rápida lo que tanto deseamos sin cuestionarnos nada, absolutamente nada.
Y picamos y seguimos picando.
Tan solo falta una buena campaña de publicidad y un personaje famoso o modelo con cuerpazo y sonrisa divina para darle el toque final.
El sesgo de la fuente está muy estudiado y viene a decir que si una persona importante o relevante para nosotros anuncia un producto, automáticamente le otorgamos la credibilidad del personaje al producto que anuncia. Esta sería la copa con el adorno.
Ya está listo para servir.
A modo de conclusión quiero indicar que lo único que funciona para perder peso de forma saludable, eficaz y duradera es un cambio de hábitos. Más actividad física y menos procesados. Más comida de verdad, de la que se compra en los mercados y menos grandes superficies. Movernos más a pie y menos ascensores, escaleras o coche.
No hay truco, solo hay que buscar el momento y cambiar nuestra actitud. La motivación es un músculo que se puede entrenar.
Y por supuesto que si no se puede a solas, siempre se puede buscar la ayuda de un profesional, que los hay.