Me toca muchísimo los ovarios este tema y vengo directita de unas cervezas en las que ha salido el tema. Estábamos un grupo de amigos y uno de ellos ha dicho que estaba súper preocupado porque creía que un profesor le tenía manía, a lo que ha soltado otro ‘bah, eso no es un problema, cuando llegues a la vida laboral de verdad te vas a cagar’.

¡¿PERDONA?! O sea, no será un problema para ti, pero a lo que él respecta en este preciso instante de su vida puede ser algo súper importante, no tienes ni idea de lo que está pasando o de cuál es su historia, no eres quién para medir con tus varemos los pesos de los demás, no eres quién para desacreditar la importancia que alguien tiene sobre algo.

Es muy probable que con el paso del tiempo, con la perspectiva y la distancia esa persona acabe pensado ‘ay señor, pero si eso no era nada, a ver para qué estaba tan preocupado’. Llegará ese momento, por supuesto, pero justo ahora, en este instante no está en ese punto y a ti no te cuesta nada escucharle, entenderle y luego, si eso, decirle con buenas formas que no se preocupe, que pasará y que se dará cuenta de que hay cosas mucho peores en la vida.

Es que creo tan firmemente en que se puede decir hasta la cosa más cruel del mundo si se sabe cómo decirla que ya no sé, odio que se pierdan las formas, que se hable con desprecio o que alguien se crea superior a alguien por haber sufrido más. ¿Quieres una medalla o cómo está la cosa? Es que vamos, si tanto has sufrido, te puedes hacer una idea de lo que puede estar sintiendo el otro en este instante, así que por favor, más empatía, más oídos y menos boca.

Lo mismo me pasa con el tema de los complejos, me tocan muchísimo los ovarios las personas que menosprecian las inseguridades de otras única y exclusivamente porque no son las suyas propias. Pongo un claro ejemplo para todas aquellas personas que no aún no sepan de qué hablo:

Persona delgada: ‘Madre mía, me estoy obligando a comer muchísimo porque tengo que engordar y estoy agobiada’.

Persona cualquiera: ‘¡Anda ya! Eso no es un problema, ojalá yo pudiera permitirme comer mucho sin engordar’.

Es que mira, lanzo un boomerang que te dé dos guantazos, uno a la ida y otro a la vuelta. ¿¡Pero es que qué es eso de ‘ojalá yo…’?! Ojalá tú nada, que es un problema, que ella lo vive como un problema y que encima por lo que dices es algo con lo que tú nunca has tenido que vivir, o sea, que no sabes de qué va la vaina, no quieres ponerte encima movidas que no sabes si vas a saber gestionar.

Ya acabo, de verdad que sí, pero es que tengo una última cosa que decir. Cada uno gestiona sus movidas como puede, como sabe y como quiere. Tampoco es de nuestra incumbencia el entrar a enseñar cómo se deben hacer las cosas. Una vez más, ejemplifico: tengo una amiga con muchísimo pecho, son enormes y la chica tiene complejo, ¿se los esconde? No. Cada día que pasa lleva un escote más grande que el anterior.

Pues nada, cada vez que sale a decir ‘yo odio mis tetas’, yo hago la cuenta atrás para ver cuánto tardan en decirle ‘sí seguro, y por eso los vas enseñando’. Pero vamos a ver, alma de cántaro, déjala que enseñe lo que a ella le dé la gana. No tienes ni idea de la película que debe estar pasando dentro de su cabeza, a dónde vas a ir tú a decirle cómo salir de ahí si jamás has entrado.

Que repito, una vez más, son nuestros amigos o personas que han venido a pedirte consejo, tienes que hablar con ellos y ser sinceros, por supuesto. Lo que no tienes que hacer es imponer tu visión sobre todas las demás como si tuvieras tú la verdad absoluta. Porque de hecho, me apuesto todo mi frigo a que no la tienes.

Paciencia, amor y empatía. Son las claves del éxito para poder lidiar con los problemas del otro desde tu cómoda posición de juez y verdugo. Di lo que tengas que decir, pero dilo bien, dilo bonito. No sabes cómo cambia la cosa. Y sobretodo, no quites importancia a los problemas, los complejos o los miedos que tengas otras personas que no sean tú, que tú no los tengas no los hace menos problemas, no los hace menos reales. Por favor.

Aquí venimos a cuidarnos, a querernos, a entendernos y a amarnos. Hoy por ti, ayer por mi y mañana por todas.