Admitámoslo, vivimos en la cultura del perfeccionismo, debemos estar bellas y perfectas en todo momento. Parece que no hay opción a tener defectos o imperfecciones, y de ahí, el auge de productos cosméticos milagrosos, operaciones y retoques estéticos; y un largo etcétera de técnicas que prometen frenar nuestro envejecimiento, y mantenernos siempre jóvenes y lozanas. 

Por suerte, hay diferentes maneras de ver las cosas, y ahí es donde debemos hacernos abanderadas del arte del Kintsugi

El Kintsugi es una técnica artesanal muy apreciada en Japón desde hace más de cinco siglos, y que consiste en reparar piezas de cerámica con la ayuda de un barniz mezclado con partículas de oro. ¡¡No me digáis que no es precioso!!, pues lo es tanto, o más, como lo son nuestras cicatrices e imperfecciones. Y es que, si este arte se ha convertido en una filosofía de vida, es porque es una metáfora perfecta para aprender a queremos y valorarnos. 

Nuestras cicatrices y grietas hablan de nosotras, de nuestro recorrido en la vida, son huellas de valentía, de resistencia y nos hacen únicas y genuinas. Dejad de sufrir por ellas, y en vez de tratar de disimularlas, abrázalas y muéstralas como señal de amor propio. 

Exhibamos orgullosas nuestras estrías, cicatrices y marcas, como si estuviesen hechas de oro, porque tienen su valor, cuentan nuestra historia y nuestras vivencias. O acaso tus estrías no son una muestra de que tu cuerpo se ha mantenido fuerte ante los cambios, y los ha gestionado lo mejor que ha sabido o podido. O es que los restos de un corazón roto no son ahora una muestra de tu fortaleza ante un desamor. 

Puede que sean heridas de nuestro pasado, pero nos ayudan a ser quien somos hoy en día, son nuestro ejemplo de lucha ante las adversidades, nuestras huellas de valentía y de resistencia. Y al igual que ocurre con un jarrón de cerámica, nos convierten en una obra de arte.

También simbolizan nuestra recuperación, nuestra resiliencia, y nuestra adaptabilidad a los cambios, porque al final somos vulnerables, pero no por ello debemos menospreciar nuestro sufrimiento, y cometer el error de no poner en valor el poder transformador de aquello que hemos superado. Así que, a partir de ahora, empezad a mostrar vuestros bonitos hilos dorados al mundo.

 

Crismalula