¿Nunca has pensado en qué estará pensando el recepcionista? ¿Si le ha molestado tu pregunta o tu petición? Pues hoy vengo a contarte la verdad.

Tras cinco años como recepcionista, he reunido suficiente experiencia como para poder contarte todo, con detalle, de lo que odiamos de un cliente:

 

1- QUE HAYAS VIAJADO POR TODO EL MUNDO Y QUE NUNCA, CASUALMENTE, TE HAYAN PEDIDO/OFRECIDO/LOQUESEA X COSA. 

Esto es un “ojos en blanco interior” (porque por desgracia no podemos exteriorizarlos) de nivel tres. Escúchame, Pili, PRECISAMENTE si has viajado por todo el mundo habrás podido comprobar que cada hotel, a pesar de tener ciertas cosas en común con el resto, es UN PUTO MUNDO, y tiene sus normas, sus costumbres, y sus reglas. Quizá en Filipinas no te pidieron el pasaporte (que puede deberse a muchos motivos) o una tarjeta de garantía, pero si en Pensión Pepi en Albacete te lo piden, te callas y punto. Un recepcionista NUNCA te va a pedir datos porque le plazca, créeme. 

2- QUE TE PIDAN ALGÚN DOCUMENTO (DNI O TARJETA EN SEÑAL DE GARANTÍA) Y TE NIEGUES EN ROTUNDO, MONTANDO EL POLLITO DE TURNO.

Paco, en serio, si pudiéramos hacer la gestión sin pedirte ni el nombre, la haríamos. De verdad. Pero si te pedimos algo es, o bien por ley, o bien porque son las normas que nuestros jefes nos han dicho y si no las cumplimos, se nos va a caer el pelo. El hotel no te va a cargar 1000€ de tu tarjeta (si los tienes, claro) porque le apetezca ganar más dinero. Aparte de ilegal, las cosas se pueden demostrar y se nos podría caer el pelo. Lo único de lo que nos queremos asegurar es que te comprometas a pagar la reserva o de que no te vayas habiendo roto/robado algo de la habitación de gratis. Fin. 

3- QUE FUMES EN LA PUTA HABITACIÓN.

Le arrancaría la cabeza a todos los que lo hacen, de verdad. Joder, sabéis más que de sobra que está prohibido desde hace años fumar en espacios cerrados, pero como pagáis por la habitación ya os creéis con todo derecho a hacer lo que os de la gana en ella, y no. ¿Sabéis lo que pasa cuando fumáis? El olor se queda en la habitación, en las sábanas, en las cortinas. Si esa habitación se limpia, igualmente sigue oliendo, y si el cliente que la ocupa justo después de que tu te vayas no es fumador (en especial, aunque siendo fumador también), vendrá a quejarse de que la habitación huele a tabaco y habrá que cambiarlo de habitación. Cosa que nos ocupará tiempo y, sobre todo, nos generará pérdidas, ya que seguramente esa habitación no podremos venderla hoy.  Y lo dice una que ha tenido que llegar a bloquear una habitación DOS DÍAS por el olor, porque ni con flis se iba. Fuma en la calle, en la terraza del hotel si te lo permiten, o en la terraza de la habitación con la puerta cerrada. Haz el favor. Y espérate un minuto antes de entrar en ella, que he visto a gente fumar fuera y luego exhalar la última calada mientras entraba a la habitación. Pa’ ahostiarlo.

4- QUE NOS PIDAS COSAS POR LA CARA. 

Para mí esto es uno de los tops 3, por no decir el uno. Sabemos que te gustaría que te regalásemos una habitación de mejor categoría por la cara (véase Upgrade). A mí también me gustaría. En algunos hoteles a veces lo hacen de forma aleatoria por diversos motivos. Pero no me vengas pidiéndolo, con toda tu cara guapa. Como una señora hoy, que me viene a registrarse y le dice a su hija “seguro que esta señorita tan amable nos hace un upgrade, que nos haría muy felices”. ¿Perdona? Ahora por tonta te voy a dar la peor habitación que tenga, so cara dura. No olvidéis que nosotros tenemos el poder. Más vale caernos bien.

5- QUE PIDAS COMPENSACIONES POR TODO

Se sabe que a veces, si hay alguna cagada gorda, se ha compensado al huésped con algo. No digo que no pueda pasar en determinadas ocasiones, pero no me vengas a pedir la devolución de tu estancia porque el secador “te ha quemado el pelo” (como me pasó una vez), porque no encontrabas parking, o porque yo que sé. Ridiculeces no, por favor. Y menos cuando se nota a la legua que lo que quieres es que te regalemos cositas, que te crees que no nos damos cuenta, pero lo supimos nada más verte la cara al entrar por la puerta. No miento. Es una habilidad que acabamos desarrollando.

Es que, ¿a caso vas pidiendo compensaciones en el súper? ¿en el Bershka? ¿no? Pues esto es lo mismo.

6- QUE REGATEES

Esto me pone de una mala leche que flipas. Llaman pidiendo presupuesto y bromean con “una rebajita”. Ante la negación, insisten. Que si son clientes habituales del hotel (vinieron una vez hace tres años). Que en no se donde la pidieron y se la hicieron, que blablablá. Me importa una mierda, Mari. NO es NO. También aplicable a hoteles.

Es que el año pasado una señora se tiró veinte minutos de reloj regateándome dos euros por una reserva. No se puede ser más rata, de verdad.

7- QUE SEAS EXIGENTE CON TU ESTANCIA. 

Si te apetece una habitación con algún tipo de característica posible (silenciosa, en planta alta o baja…etc) dentro de lo que has reservado, no pasa nada. 

Pero que me vengas a lo Karen a pedirme vistas al mar, cama de matrimonio, almohadas extra, habitación muy amplia, que esté cerca de la piscina, etc habiendo reservado una habitación dobleestándarinteriormuyeconómicadecaraalapared, pues no. Tú lo que quieres es que te tratemos de reina a precio de siervo, baby, y va a ser que no.

7- QUE NO PARES DE PREGUNTAR CADA VEZ QUE PASAS POR RECEPCIÓN.

Sé que desde fuera parece el trabajo más tranquilo del mundo. PERO NO LO ES. En ese maldito ordenador estamos contestando correos, gestionando reservas (con cambios, modificaciones, peticiones especiales), haciendo tetris para asignar habitaciones, cerrando o abriendo ventas, apuntando mil cosas, rompiéndonos los sesos para arreglar una factura o una reserva o una caja mal hecha…además de registrar entradas y salidas, realizar cobros, coger el teléfono, responder preguntas varias, llevar maletas, buscar no se qué que nos ha pedido el jefe, o administración, o contabilidad…y un sinfín de cosas más. A lo mejor tú me ves tranquila, pero en el fondo estoy teniendo un ataque de pánico porque no me cuadra la caja y me estoy cagando en todos mis m****** para poder averiguar qué es lo que ha salido mal, todo ello mientras busco un albarán para administración, hago un pedido para pisos, y mi jefe me está preguntando qué es ese no sé qué de no se cuanto que ayer salió mal. Así que no, no estamos tranquilos. Pregúntanos lo que desees, nos encanta ayudarte y es la mejor parte de nuestro trabajo. Pero no intentes “llenar un tiempo vacío” que no existe. Porque, de verdad, no estamos tan desocupados como piensas.

 

9- QUE MONTES UN POLLO PORQUE NO TENIAN EL TIPO DE HABITACIÓN QUE TÚ QUERÍAS. O QUE MONTES UN POLLO EN GENERAL.

Pocas cosas odio más. Más que nada porque en el 80/90% de los casos, el cliente no tiene la razón. Y está ahí, siendo un cretino, liándome la de dios por algo en lo que 90% seguro yo no tengo la culpa, haciéndome pasar una vergüenza horrible frente a otros clientes que pasan por allí, y todo porque la habitación no tiene cama de matrimonio o no tiene vistas a Wisconsin para tu mierda de estancia de una sola noche.

Para quien no lo sepa, TODAS LAS PETICIONES están sujetas a disponibilidad. Si no te doy cama de matrimonio ese día es, o porque has reservado una habitación que no la tiene, o porque simplemente no me quedan libres. Punto. ¿O tu crees que a mí me gusta comerme tu pollo porque es mi fetiche? ¿Porque me apetece estar una hora de pie sin hacer mis tareas, soportando tu mala educación con una sonrisa? YA TE DIGO YO QUE NO.

 

JUANA LA CUERDA