LAS SECUELAS DEL MALTRATO PSICOLÓGICO

En mi última relación sufrí maltrato psicológico. Nunca pensé que acabaría en una relación así. Creía que era fuerte, que yo no dejaría que nadie me hiciera tanto daño. Y finalmente acabé sufriendo maltrato a pesar de intentar evitarlo, y eso me llevó a darme cuenta de que había muchas cosas en mi vida, aparte de esa relación, que no estaban bien. 

Todo esto me hizo cambiar, para bien en algunos aspectos, para mal en otros. Son muchas las secuelas que te deja una situación de maltrato psicológico, afectando a cosas tan cotidianas como atreverte a salir a la calle. Yo no soy psicóloga, ni pretendo dar una charla técnica sobre las consecuencias emocionales que te puede provocar vivir algo así, pero sí que me gustaría dar un poquito de visibilidad a ciertas cosas que quizá pasan desapercibidas a ojos de muchos cuando se encuentran ante una persona maltratada:

  • Aparece un miedo irracional a decir lo que piensas. Y no solo me refiero a ser capaz de decir que no o discrepar en una discusión. Te vuelves una persona mucho más complaciente, por temor a que te vuelva a pasar lo mismo que has vivido durante la situación de maltrato. Es posible que ya fueras complaciente de antes, pero ahora te genera todavía más ansiedad el hecho de, simplemente, comentar tus gustos cuando conoces a alguien, sobre todo si es algo que a la persona que te maltrató no le gustaba. A mí, personalmente, me ha costado un mundo volver a ser capaz de decir a mis amigas que estoy mal sin sentir que molesto o que soy una carga. 

 

  • Junto a esto, también aparece el miedo a pedir ayuda

    . Cada vez que estaba mal y se lo expresaba a la persona que me maltrató, su reacción era horrible. Me decía, literalmente, que para él era una carga. Me repetía una y otra vez que siempre estaba mal, que no podía seguir así y que debería ir al psicólogo, porque al final a él también le afectaba. Lo más “irónico” es que probablemente la causa de tu malestar era él. A raíz de esto me pensaba dos veces si estaba bien que me sintiera así y si debería decírselo, y esto lo extrapolé a mis amigas. Tanto como cuando la causa del problema era algún conflicto con ellas, como si era algo externo que no tenía que ver, me pensaba mucho si contarlo o no, siendo el resultado, en la mayoría de las ocasiones, callármelo. Y esto es un ERROR.

Una de las cosas más importantes que aprendí en terapia es a legitimar lo que sentimos, podremos tener o no razón en algo, pero cómo nos sentimos al respecto es real, y nos hace mucho bien expresarlo.

  • Cuando estás en una relación tóxica también puedes experimentar la sensación de perderte, de dejar de ser tú. Haces cosas que jamás pensaste que harías porque estás manipulado por otra persona, o porque llegas a estar tan enganchada que tu forma de mantener esa relación sufriendo lo menos posible es adaptándote a lo que esa persona quiere de ti. Spoiler: no funciona, te va a seguir tratando igual de mal y no necesita encontrar un motivo para hacerlo.

terapia

  • Tratar mal a terceros y proyectar en ellos lo que te están haciendo a ti es otra forma de canalizar la presión que estás sufriendo al vivir en una situación de maltrato. Y a veces, incluso tiempo después de haber terminado con esa relación, adoptamos comportamientos que nos convierten a nosotros en los maltratadores. 

 

  • Ataques de ansiedad cuando se repite una situación similar. Por ejemplo, yo me he vuelto mucho más intolerante a que me griten, a que me digan que lo que siento es una tontería, o a que me hagan sentir una carga. Todo esto eran situaciones que viví con mi última pareja y que me hacían sufrir mucho, y ahora, cada vez que alguien, por ejemplo, de mi familia, me alza un mínimo la voz o desprestigia lo que digo, me pongo muy tensa. Y son cosas que quizás hayan hecho durante toda su vida y a las que nunca les había dado importancia, pero ahora sí lo hago. De ahí que se produzcan muchos cambios en tu vida, porque no solo te transformas tú, sino que a veces también tienes que transformas partes de tu entorno.

 

  • Otra de las consecuencias es la constante tensión muscular. La ansiedad que se vive puede llegar a somatizarse. Cuando tu cerebro no puede más, por decirlo de alguna forma, se lo transmite al cuerpo y así comparte la carga. En mi caso, como en el de muchas personas, eran mis músculos los que sufrían. Recuerdo ir un día al fisio después de haber discutido con esta persona, y preguntarme si trabajaba cogiendo peso de lo tensa que estaba. También empezaron a subirse mis gemelos durante la noche, cosa que nunca me había pasado.

 

Y estas son solo algunas de las consecuencias que podemos llegar a tener al vivir una situación así. En mi caso fue leve, me di cuenta a tiempo y aprendí a gestionarlo tras casi un año de terapia. Todavía quedan muchas heridas por reparar, y es algo que más que superarlo, aprendes a vivir con ello.

Al final, todos podemos acabar en situaciones así, da igual la fortaleza que creamos tener. Pero lo más importante es pedir ayuda, especialmente a un profesional. Así que  ya sabéis, id a terapia.

 

Lovely Rita