¿Has estado o estás embarazada? Si tu respuesta es afirmativa me darás la razón en lo que os voy a contar hoy. Sí, nuestro cuerpo cambia mucho durante el embarazo. En algunos aspectos será a mejor, en otros a peor… La cuestión es que cuando estamos esperando un bebé nuestras hormonas están más revolucionadas que nunca y eso se nota.

Es evidente que cada cuerpo y cada mujer es diferente, por lo que los aparentes cambios que una chica puede notar quizás no sean ni siquiera visibles para otra. Yo os hablaré de mi caso en particular, de cómo desde mi pelo hasta mis uñas me gritaron a los cuatro vientos: ‘¡Ey! Estás esperando un retoño, colega‘.

El pelo

Si eres una mujer con el pelo muy fino (como es mi caso) ojalá puedas sentir lo mismo que yo estando embarazada. Por aquel entonces tenía una melena por zonas ondulada por zonas lisa, sin apenas vida por más cuerpo que le intentase dar. Y… ¡Magia! Las hormonas de mi preñez me regalaron un melenón rizado ‘fantasbuloso’. No necesitaba espuma ni difusor, era toda una leona. Además aquello crecía como nunca, que si llego a tener un embarazo de más de nueve meses me transformo en la Pantoja rápidamente.

La piel

Había leído que durante el embarazo hay mujeres que sufren acné muy similar al adolescente. Esos granos inmensos que aparecen por doquier. Con quince añitos me libré de ellos y crucé los dedos para que no volvieran a mí con treinta. ¡Y tuve suerte! De hecho mi piel estaba más radiante que nunca. El único inconveniente es que tiendo a ponerme color cigoto con cualquier mínimo esfuerzo, así que pasé casi ocho meses de mi vida encendida como un Gusiluz.

Los pezones

Hace muchos años vi a una mujer amamantando a su bebé y me llamó muchísimo la atención el color súper oscuro de su pezón. Yo siempre he tenido las areolas marroncillas tirando a rosadas y no comprendía cómo alguien podía tener la zona tan oscura. Pues sí, se puede y nos pasa a muchas. A los cuatro meses de embarazo (aproximadamente) amanecí ante el espejo para ver cómo mis pezoncillos eran ahora como galletas chocolateadas. Según parece, y lo digo con un atisbo de duda ya que no es un dato contrastado, la zona toma ese color para que el bebé localice más fácilmente el pezón a la hora de mamar.

Las uñas

Como soy un desastre toda yo, para variar, me muerdo las uñas desde que tengo uso de razón. Es inevitable aunque lo he intentado dejar un millón de veces. ¿Qué pasó durante mi embarazo? Pues que mis queridas uñas estaban más duras que el pan de la semana pasada. Era imposible morder ni siquiera una esquina del meñique. Así que eliminé por completo esta manía, al menos hasta que nació Minchiña…

 

Los dientes

No todo iba a ser bueno. De los peores cambios que sufrí estando preñi, mis dientes se llevaron el mayor batacazo. Tres años de dolorosísima ortodoncia, cuatro muelas extraídas por falta de espacio en mi boca, para que con casi treinta años se me descoloque absolutamente toda la dentadura. Es un shock brutal levantarte una mañana y ver que tienes un hueco como el Canal de La Mancha entre los dientes delanteros tanto superiores como inferiores. Solo de pensar en volver a verme con brackets tiemblo del terror.

La vulva

El sexo durante el embarazo es maravilloso, ¿y sabéis por qué? Uno de los motivos principales es el aumento del torrente sanguíneo en las zonas bajas de nuestro cuerpo. Es el espacio más sensible en este momento. Se acerca una minúscula mota de polvo y ya sentimos un cosquilleo máximo. Por esta razón también tiende a cambiar de color, así que si veis que de pronto ha oscurecido hasta ponerse de un tono violeta, no asustarse, es de lo más normal.

 

El vello corporal

Lo que viene siendo el pelo de nuestro cuerpo en conjunto. Jamás he sido una mujer peluda, he pasado meses sin sufrir la necesidad de depilarme las piernas. Pues queridas mías, en el embarazo muté claramente para convertirme en un osito adorable. Al igual que en el caso de mi cabeza, el resto de mi vello tomó fuerza y sumó cantidad. Axilas, pubis, cejas… pasé más tiempo desbrozando zonas que un verano en mi pueblo.

Se dice, se comenta, que si al embarazo se le llama el ‘estado de buena esperanza‘ es por alguna razón. Lo cierto es que nunca he estado tan pletórica y radiante como durante todos esos meses que mi cuerpo estaba generando vida. Para mi desgracia, tras dar a luz la realidad es bien distinta. Así que, si queréis un consejo, disfrutad de todo lo bueno que nos regalan las hormonas aunque solo sea por unas cuarenta semanitas. Lo que llega después es otra historia.

Mi Instagram: @albadelimon

Fotografía de portada