No se trata de una leyenda urbana. Las páginas webs y plataformas online dedicadas a la venta de bragas usadas o de fotos de pies existen y, en contadas ocasiones, pueden convertirse en un negocio muy lucrativo. No obstante, no es oro todo lo que reluce y los peligros que acechan detrás de este tipo de transacciones no deben ser subestimados.

Mi amiga y yo íbamos justas de dinero. Teníamos nuestros trabajos, pero nuestra balanza de gastos e ingresos solía estar descompensada y no precisamente para bien.

Una tarde, mientras paladeábamos una copa en una terraza, la conversación derivó hacia lo dificultoso que nos resultaba rascar de nuestro sueldo fondos para destinar a partidas como “viajes” o “cervezas con amigos”. Entre risas, iniciamos una especie de lluvia de ideas sobre formas de ganar un dinerillo extra. En un momento concreto, mi amiga comentó algo que enseguida comenzó a rondar mi cabeza.

Según me explicó, había visto un documental sobre chicas que ganaban bastante pasta vendiendo fotos de sus pies en webs para fetichistas, o enviando bragas usadas a hombres que quisieran pagar por ellas. La cosa comenzó como una broma, pero en mi cabeza la idea continuaba dando vueltas, así que me aventuré a lanzar la caña para evaluar su reacción:

  • ¿Y sí probamos?  Tampoco me parece algo excesivamente intimidatorio. No son más que pies. Los mostramos continuamente en la playa, en la piscina o con las sandalias. Y lo de las bragas tampoco lo veo una locura… se trata de una simple prenda. Si no implicase nada más ni tuviésemos que colgar fotos con nuestros rostros… ¿Por qué no intentarlo?

Mi amiga pareció sopesar la idea y enseguida la secundó. Acordamos buscar información al respecto, ver cómo funcionaban las transacciones, que precios se barajaban, que tipos de fotos deberíamos colgar, etc…. Cuando tuviésemos datos suficientes, los pondríamos en común y tomaríamos una decisión conjunta. O lo hacíamos las dos o ninguna.

Iniciamos nuestras pesquisas y averiguamos muchas cosas. En Google había información para dar y para regalar: nombres de las principales páginas, precios de las suscripciones de pago,  precios que se barajaban en las ventas, etc.  En las webs de bragas, las chicas solían subir alguna foto sexy, pero en su mayoría solo de cintura para abajo y con las bragas puestas.

Se mostraban también fotos del producto que se pretendía vender (bragas manchadas de flujo) y se explicaba la forma en que habían sido usadas (para trabajar, para pasar el día, para masturbarse, para mantener relaciones), etc.

Con respecto a las fotos de pies, la cosa parecía más light. Había fotos de pies descalzos, con tacones, con sandalias… pero no parecía que nadie enseñase más allá de eso. Empezamos a pensar que aquello era un filón y nos emocionamos con la perspectiva de ganar dinero fácil.

Pero como ya adelantaba al inicio, las cosas no son tan bonitas como parecen. Me abrí un perfil en ambas plataformas, la de pies y la de bragas. Me hice una foto de cintura para abajo con mis braguitas puestas y subí para su venta dos o tres. En cuanto a pies, mostré un abanico de fotos diferentes: descalza, en tacones, con uñas pintadas, sin pintar…

En los consejos para su uso, recomendaban descargar una aplicación (cuyo nombre no recuerdo) para llevar a cabo las negociaciones y no tener que proporcionar  tu número de teléfono. Leí opiniones negativas sobre ella, que venían a decir que era utilizada por algunos cyberdelincuentes para delinquir con identidad oculta. Hice caso omiso.

Comencé a recibir mensajes de hombres, la mayoría extranjeros. Me manejo bien con el inglés, así que sostuve algunas conversaciones. Un señor americano que decía ser ex militar retirado y sentirse solo me ofrecía grandes cantidades por ser mi Sugar Daddy, afirmando necesitarme a “su entera disposición”. Todo me empezaba a parecer raro,  los hombres me ofrecían cantidades desorbitadas, cifras astronómicas que no parecían realistas. Que si dos mil euros, que si tres mil euros… Si trataba de indagar más, me explicaban que se trataba de criptomonedas. Yo no quería nada de eso, quería dinero del de toda la vida.

Entonces apareció un hombre que aseguraba estar dispuesto a pagar quinientos euros por 25 fotos de pies, a su gusto y conforme a sus indicaciones. Aunque seguía mostrándome escéptica, accedí cuando me ofreció un pago convencional vía Paypal, sin criptomonedas. Me abrí una nueva cuenta en Paypal para no facilitar mi nombre real. Pero pronto comenzó a proferir comentarios que me resultaban inquietantes y le dije que había cambiado de idea, que ya no había trato.

Se puso como un energúmeno, aseguró que me había enviado el dinero y que le había robado. Entré en la cuenta Paypal y aunque aparecía un mensaje en el que se indicaba que alguien había enviado un pago, luego no aparecía reflejado. Le expliqué lo que ocurría y le dije que si realmente había hecho ese pago, se lo devolvería.

Empezó a insultarme, me llamó puta, dijo que iba a matar a mi familia, que era un hacker y  que había obtenido datos sobre mí, que cuidara mi nuca cuando fuese por la calle. Me aterró.

No quería bloquearlo sin aclarar la situación respecto a ese pago que no sabía si era real o no, porque a pesar del mensaje, el dinero no estaba.  No quería quedarme con dinero de un demente.

Recibí mensajes por su parte de forma compulsiva, cargados de odio y amenazas. Yo estaba muy nerviosa, no sabía qué hacer; no se lo quería contar a nadie ni pedir ayuda porque no quería confesar lo que había hecho. Al final lo bloqueé, borré todas las aplicaciones y cancelé la cuenta Paypal. No ocurrió nada, pero el susto no me lo quita nadie.

Tened cuidado con estos negocios que parecen fáciles y que prometen solucionarnos la vida sin apenas esfuerzo. Están plagados de gente turbia que solo quiere hacer daño.