Banderas, banderas, delante y detrás. Arriba y abajo… banderas. Miles y miles de banderas colocadas con urgencia hasta en los más mínimos recovecos…

Así nos contaba Reinaldo Arenas sus recuerdos sobre la revolución cubana. Banderas por todos lados, como estos días, banderas y banderas de colores, en barras, de lado, en balcones, en los postes de los edificios públicos, en el McDonald´s  (Ronald… lo sabíamos!), banderas del arcoíris, gente que habla de banderas, que las compra y que incluso se las pone en la cara en su foto de Facebook.

Banderas, banderas… Pero ¿qué quiere decir todo esto? Algo se pone de moda y de repente…ZAS! #lovewin como si alguien les hubiera contado un secreto… ¡se trataba de amor! De amor como el tuyo y como el de tu madre y como el de Beyoncé… ¡¡ era eso!!! Claro… eso es, justo, eso me parece bien y además lo dice Obama. Banderas, banderas por todos los lados, las caritas todas iguales y los ayuntamientos ondean banderas y los niños preguntan: ¿Qué es esa bandera mamá? Y tú le dices que es la bandera de la igualdad y del amor.

Pero Reinaldo Arenas se suicidó en 1990. Cuba le hizo caer enfermo, porque estuvo preso, porque fue chantajeado, molido a palizas, porque su obra salió en el culo de alguna travesti para darle al mundo una verdad, porque se murió de pena sabiendo que al irse por ser homosexual le habían matado: el sida y Cuba le habían matado, muerto en vida y él decidió no seguir luchando.

Banderas y más banderas de neonazis en Rusia hace unos meses. Dos jóvenes adolescentes mueren sádicamente agredidos con banderas nazis, banderas rusas y bates de baseball. Humillados, engañados, aparecen en todos los telediarios del mundo haciendo el gesto nazi, con banderas y más banderas de un país que no condena su muerte, sino que apoya que una panda de desquiciados rapte de noche a Artem Gorodilov, le lleven a un cementerio y le muestren la tumba de otro chico igual de su edad que se mató, para enseñarle lo que le tiene que hacer. Eso se permite, eso está pasando.

Christelle Nangnou aparecía en los periódicos de su país, Camerún: “líder de un grupo de lesbianas, se ofrece recompensa para el que la entregue”.  La homosexualidad en Camerún es un delito “satánico”, perseguido y con condenas de al menos a 5 años de cárcel ¿qué le harán a una lesbiana en una cárcel de Camerún? Y existen 76 países así. Christelle fue  repudiada por su familia. Huyó con un carné falso y llegó a Madrid. Pidió asilo en el aeropuerto cuando fue descubierta (en los aeropuertos a cientos de banderas, pero ninguna era la de Christelle). España negó su asilo (España que hoy luces banderas en docenas de ayuntamientos) Estrasburgo dio la razón a Christelle. España dos días después tuvo que darle asilo.  El 16 de abril Christelle por fin, durmió en un hostal de la cruz roja.  

Ahora miro la tele y veo banderas por todos lados, todos orgullosos, el amor lo puede todo, ¡somos todos iguales! ¿De verdad lo somos?

La próxima vez que te enfades en un atasco y grites: Maricón de mierda, piensa en Reinaldo, o la próxima vez que el árbitro pite en contra de tu equipo y tu primo diga: Puto marica… piensa en Christelle. Y si a tu compañero gay del curro delante de ti le llaman: “la loca” piensa en Artem.

Gracias por las caritas y las banderas, pero esto no ha hecho más que empezar. Así que celebremos que estamos aquí, ahora, para ondear banderas, cogernos las manos y besarnos con las personas que amamos sin miedo a morir… y con muchas ganas de bailar por todos los que no pueden.

#felizOrgullo