Conocí a Sean el día de mi cumpleaños durante mi Erasmus en Irlanda. Yo llevaba un mes allí y todavía no tenía grandes amistades, pero mis compañeros de piso me organizaron una fiestecilla en un pub y allí le conocí. Los dos llevábamos una camiseta de The Beatles y nos resultó curioso que una española y un irlandés se conociesen gracias a una camiseta de un grupo inglés.

A partir de ese día todo fue de cuento. Excursiones, fiestas, sexo, confidencias… Se terminó convirtiendo en mi mejor amigo y en el apoyo más grande en un país que no era el mío. Después de un curso y con una relación consolidada yo regresé a España y él se quedó en Irlanda. A ambos nos quedaba un año de universidad así que acordamos reunirnos cuando terminásemos nuestros estudios.

Efectivamente trascurrido el año separados (viéndonos apenas 2 veces en Navidad y Semana Santa), Sean consiguió una beca de trabajo y se vino a vivir a España. Nos fuimos a vivir juntos y la relación era perfecta. Tras 7 años de noviazgo, en un viaje a Irlanda, me pidió matrimonio en los Acantilados de Moher. No sé si conocéis Irlanda, pero para mi no había sitio más romántico que ese para pedir matrimonio. Obviamente dije que sí en el minuto 0 y cuando llegamos a España empezamos a hablar de los preparativos. Acordamos casarnos en Irlanda. Él llevaba años viviendo en España y pensábamos fijar nuestra residencia fija aquí pues los dos teníamos buenos trabajos, por lo que a él le hacía ilusión casarse en su país.

 

Preparar una boda en otro lugar distinto a donde vives es una locura, pero si es en otro país no os quiero ni contar. Después de 3 viajes para buscar sitio, conseguimos dar con el sitio perfecto donde casarnos, un castillito monísimo con unos jardines preciosos y una pequeña laguna. Como os podéis hacer una idea, el lugar no era nada barato, pero teníamos buen sueldo y nuestras familias nos ayudaron desde el principio, así que nos liamos la manta a la cabeza desde el principio. Entre unas cosas y otras tardamos en organizar la boda casi 2 años. Yo quería que todo fuese absolutamente perfecto y no quería que nada quedase al azar por las prisas.

Llegó el mes de la boda. Habíamos cogido billetes de avión para viajar una semana antes. Después de la boda volvíamos a España y de ahí salíamos de viaje a Japón.

Tres días antes de coger el avión para viajar a Irlanda llegué a casa de trabajar y me encontré dos maletas y una mochila en el recibidor. Le dije que dónde iba con tanta maleta si íbamos a estar solo 12 días en Irlanda y además íbamos a casa de sus padres (que tienen lavadora y podíamos lavar ropa si se nos ensuciaba). Entonces me dijo que se llevaba toda su ropa porque no pensaba volver. Me quedé a cuadros y le pregunté que cómo decía eso, y le dije que nosotros ya habíamos acordado vivir en España y qué cómo iba a dejar el trabajo. Entonces él me dijo que el trabajo lo había dejado ya y que se iba a Irlanda para quedarse porque no quería continuar con lo nuestro. Os podéis imaginar mi cara, en un principio pensaba que estaba de broma pero él no era un chico muy bromista y además parecía que iba en serio. Me dijo que llevaba meses sintiendo que ya no estaba enamorado de mi, pero viendo que cada vez avanzábamos más en los preparativos de la boda le daba miedo cancelarla, aunque había llegado un momento en el que ya no podía más y había decidido romper con todo. Yo en ese momento estaba como en una nube, no entendía nada y no podía terminar de creerme lo que estaba pasando, pero algo en mi decía que era real. Yo sabía que él llevaba un tiempo mal en el trabajo, decía que no se sentía valorado y había tenido varios episodios de ansiedad, pero yo lo achacaba a los nervios por la boda sumado a que en el trabajo le estaban jodiendo un poco.

 

Al final, después de casi 3 horas de conversación cogió sus maletas y se fue. Le llamé como 50 veces, le escribí como 200 whatsapp, le envié un email… pero no obtuve respuesta.

Imaginaos el shock de que te dejen 10 días antes de casarte después de una relación de 9 años. Imaginaos lo que es tener que decirle a todo el mundo que cancelas la boda. Imaginaos que la boda se celebra en otro país y tu familia y amigos ya tienen los billetes de avión y hoteles reservados para acudir al que iba a ser el día más feliz de tu vida… Pues yo no podría haberlo imaginado, pero me tocó vivirlo.

El día que supuestamente íbamos a partir a Irlanda me presenté en el aeropuerto con la esperanza de verlo. Saqué la tarjeta de embarque y estuve 2 horas esperando en la puerta de salida del vuelo, pero él no se presentó. Necesitaba verlo. Necesitaba que me dijera que era una broma, que esto no estaba ocurriendo… Pero no fue así.

A los 3 meses de la pesadilla mi ex cuñada, o sea, su hermana, me llamó. Me dijo que iba de viaje y el avión hacía escala en mi ciudad y que le gustaría verme. Accedí a la primera. Llevaba 3 meses sin saber nada del amor de mi vida que me había dejado plantada a un pie del altar y eso era lo más cerca que iba a estar de Sean en meses. El día que nos vimos me pidió perdón en nombre de su familia. Me dijo que había supuesto un shock muy grande para todos y que incluso sus padres habían estado semanas sin dirigirle la palabra a su hermano. En cuanto a él me dijo que estaba en Irlanda, que tenía un nuevo trabajo y poco más…

Ya han pasado casi 2 años de esto y es ahora cuando me veo con fuerzas de contarlo. La realidad es que le sigo queriendo, pero estoy intentando rehacer mi vida. De momento solo he tenido un par de follamigos y poco más… me cuesta confiar en un hombre. De Sean no he vuelto a saber absolutamente nada. Con su hermana he seguido manteniendo relación vía Whatsapp aunque cada vez nos escribimos menos y nos contamos menos cosas, la relación se está enfriando…

Y esta es mi historia. La historia de una chica y un chico a los que unió The Beatles y separaron 2 maletas y una mochila.

 

Andrea Carrillo