Os voy a contar mi dramita del confinamiento:

Estaba yo en reclusión doméstica – como el resto de España- y las únicas palmas que daba eran las del balcón, así que decidí reabrirme Tinder para por lo menos entretenerme un poco conociendo a algún chico y con suerte hacer un par de llamadas subiditas de tono con las que alegrarme los días.

En esto que conocí a varios chicos pero con quién realmente tuve feeling fue con Pedro – al que mis amigas conocen como el chico del Cola Cao jajaja – y estuvimos cerdeando muy intensamente hasta que le dije que como no podíamos quedar para tener una primera cita, que por qué no quedábamos en Skype para que me enseñase en directo todas esas cosas que me había estado diciendo por WhatsApp.

cita

Y allí estaba yo, ready al día siguiente, duchadita y con algo que gracias a Dios no eran mi pijama andrajoso, más caliente que una plancha y con ganas de una bendita cita de sexo por Skype.

Pedro tenía una cara de cerdo que lo flipas y yo llevaba las tetas tan arriba – porque la cara no se me veía por si las flies, pero las tetas estaban en primer plano– que no podía ni respirar y con un par de frases guarrillas empecé a darle froti froti a aquello que, si hubiese sido un rasca y gana, me habría tocado el premio gordo.

Y cuando ya estaba en el éxtasis como Santa Teresa y estaba a punto de correrme después de meses de sequía…

ENTRA SU MADRE EN EL CUARTO Y LE DA UN COLA CAO.

Como lo oís. Entra la  santa señora en su habitación,  muy digna con su bata de flores y su moño bien hecho y le deja un maldito vaso de cola cao en la mesa. Pero, no contentos con eso, va el amigo y le dice que lo quiere sin grumitos.

A grumitos se me quedó a mí el chichi, porque aquello se me cortó como la leche y se cerró en plan mejillón.

Fdo: La chica del Nesquik.

 

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