Mi hija no es la favorita de nadie

 

Tengo dos hijos, un niño de diez años y una niña de cinco.

Fueron dos niños superdeseados y tardamos muchísimo tiempo en conseguir llevar un embarazo a término. Tal vez por eso todo nuestro círculo se volcó con nosotros y, cuando por fin nació el niño, fue una sensación como de victoria para muchas más personas que nosotros dos, los padres. Ese hijo era nuestro y un poco de toda nuestra familia y amigos.

Es una cosa muy loca lo que todo el mundo lo adora. Fue nuestro primer hijo, el primer nieto para mis padres y el primer sobrino para mi hermana. Pero también el nieto que más tiempo pasaba con mis suegros, lo que le otorgó una categoría especial. El primer y único ahijado de mi cuñado más joven. Con la misma, hay que reconocerle que siempre fue un niño adorable. Aunque era un poco trasto, siempre fue encantador. Risueño, simpático, hablador… Se hacía con la gente allá donde fuera.

Mi hija no es la favorita de nadie
Foto de R Fera en Pexels

Por eso, durante los cinco años que fue hijo único, fue la estrella de la función en su casa y en su entorno en general. Y entonces, nació su hermana. Igual de deseada, aunque con mucha menos dificultad. Me quedé embarazada en cuanto lo intentamos y cuando, después de lo que habíamos pasado para tener a su hermano, nadie nos preguntaba si íbamos a buscar el segundo ni nada parecido. Creo que, de alguna manera, nadie esperaba ya que fuéramos a tener más hijos.

Así que la llegada de la niña no levantó ni la mitad de la mitad del revuelo que se armó con el primero. No hubo llantos de emoción ni llamadas continuas para comprobar cómo iba todo. Bueno, es lo que tiene nacer en segundo lugar. Y en los posteriores, supongo.

Lo malo es que, conforme ha ido pasando el tiempo, las diferencias en el trato que los demás dispensan a mis hijos se han ido agravando.

 

Mi hija no es la favorita de nadie

 

Algunas medio las puedo entender, porque es cierto que la niña es más… difícil, por decirlo de alguna manera. Es un terremoto desde bebé. Uno nunca podía estar tranquilo con ella, era peligrosísima para los objetos a su alrededor y para sí misma. También es simpática y dulce como ella sola, pero es verdad que tiene una capacidad innata para sacar de quicio al más calmado. No obstante, con eso y todo, me da mucha pena comprobar que mi hija no es la favorita de nadie. Se ve a la legua que todo el mundo lo prefiere a él.

En la familia, entre los amigos más cercanos, incluso en el colegio. A nadie le importa quedarse una tarde con el niño, pero ponen excusas si es con ella. Los regalos para él siempre son mejores. Se preocupan más por él, hablan más con él, se les cae la baba con él. Todo son alabanzas hacia él. A ella la dejan un poquito al margen. Le dicen cosas como ‘ay, si te parecieras un poco a tu hermano’, ‘si fueras más como él’.

Mi hija no es la favorita de nadie
Foto de matheus Bertelli en Pexels

No sé decir exactamente por qué para esto. La pobrecilla pierde por comparación y por antigüedad, quizá. ¿Porque está más loquita, porque agota? ¿Porque es más complicada? ¿Tal vez porque tiene el listón muy alto?

 

Mi hija no es la favorita de nadie

 

Me da igual el motivo, me parece muy injusto, en cualquier caso. Pero tampoco soy capaz de cambiar la situación. Más allá de pedirle a la gente que se corte un poco y evite dejar patente delante de los niños su preferencia por uno de ellos, poco puedo hacer. Además de trabajar mucho en que se sienta la niña más especial del mundo. Cosa que, en realidad, siempre ha sido y siempre será para su padre y para mí. Porque terremoto o no, es maravillosa. Ojalá todos los vieran como lo vemos nosotros.

 

Anónimo

 

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