Ocurrió hace ya tres años, coincidió que el día que ella había quedado con su grupo de amigas para ir  la feria, empecé con contracciones.

Mi marido en esa época trabajaba fuera de Sevilla y yo como primeriza estaba un poco asustada, así que cuando empezaron las molestias, llamé a mi madre para que me acompañara al hospital.

Ella se presentó enseguida en casa, llamamos un taxi y nos dirigimos al materno. Una vez allí, me exploraron y me pusieron en monitores, me dijeron que apenas estaba borrando el cuello del útero y que podía marcharme, que cuando tuviera las contracciones más fuertes, más continuadas o rompiera la bolsa, que volviese.

 

Me daba miedo estar sola, así que decidí irme a casa de mi madre para que me hiciera compañía, porque estaba «literalmente cagada de miedo». Ella se puso a cocinar, estaba muy tranquila, esa tranquilidad que te da haber parido tres veces.

Me acosté un rato en el sofá y cuando me desperté la vi vestida con su traje de flamenca y todos los abalorios, dispuesta a irse a la feria.

 

Le pregunté qué porque se iba y me dijo que no hacía nada en casa, ya que aún me quedaba bastante para tener el bebé, y con esas se fue.

A las dos horas los dolores se acentuaron, viniendo desde la zona baja de la espalda hasta la parte del vientre, incluso me bajaba a la zona de las caderas y las piernas. Ya no aguanté más y decidí irme sola al hospital, donde a las tres horas de llegar nació mi precioso bebé que cumple tres años en unos días.

 

Después de parir, entendí aún menos a mi madre ¿Cómo pudo dejarme sola? La única respuesta que se me ocurre es egoísmo, porque en el momento que le vi la cara a mi hijo supe que jamás podría hacerle algo como eso.

Parí sola, con la ayuda de una matrona que me acompañó en todo momento, ejerciendo el papel de madre, apoyándome, haciendo que no me viniese abajo y que supiera en todo momento que era capaz de traer a mi hijo al mundo.

Mi pareja llegó cinco horas más tarde y todo ese tiempo, pude aprovechar para estrechar lazos con mi bebé, piel con piel, hoy sé que siempre podrá contar conmigo para todo.

 

La relación con mi madre no ha vuelto a ser la misma.