Acababa de salir de una relación larga de 5 años. Se podía decir que había pasado los meses de “duelo” pero no me apetecía conocer a un chico todavía. Sin embargo, el cuerpo me pedía marcha…Llevaba meses sin tener sexo e iba más cachonda que una mona, para que engañarnos.

Así que decidí darle una oportunidad a Tinder. Una tarde tonta estaba en casa de una amiga soltera pero no entera y me explicó como funcionaba la APP. No era demasiado fan de este tipo de aplicaciones pero, como ya os he contado, mis hormonas estaban a flor de piel y quería jaleíto, así que me descargué Tinder y puse unas cuantas fotos mías, muy bien elegidas.

Al llegar a casa por la noche, decidí mirar un poquito el percal, venga el dedito para la izquierda y para la derecha. En seguida me cansé y me puse a leer, hasta que mi móvil vibró avisándome de un “match”. Era un chico bastante atractivo, al menos en fotos. Se le veía alto y algo musculado. Tenía una sonrisa picarona y era perfecto para lo que venía buscando.

Estuvimos hablando un rato y la verdad es que parecía un chico bastante normal. Hablaba de él, pero también me preguntaba por mis hobbies y gustos, cosa que agradecí. Al final, decidí darle mi número de teléfono y hablar por WhatsApp, que siempre parece más cercano. 

ERROR… No sé qué pasó, pero al darle mi teléfono la cosa cambió radicalmente. Parecía que estaba hablando con otra persona diferente. Lo primero que me preguntó fue que si tenía las reglas regulares. ¿¿¿QUÉEEE??? Pensé yo… e ignoré su pregunta. Sin embargo, parecía que no se daba por vencido y estaba muy interesado en saber si estaba en mis días o si me faltaba poco para ello. Yo no entendía nada y ya, entre medio cabreada y nerviosa le dije si estaba interesado en quedar una noche para cenar o qué es lo que quería.

Fue entonces cuando soltó la perla. “No, lo cierto es que no estoy interesado en tener sexo contigo ni con nadie, lo que querría es saber si me darías unas bragas tuyas manchadas con tu regla, puedo pagarte”.

No podía creerme lo que estaba leyendo…Que yo no iba buscando un príncipe azul, simplemente alguien que me empotrara y al que empotrar, pero no un fetichista aficionado a “la roja”… 

Ahí acabo nuestra conversación: 3 puntitos – más – bloquear.  Al menos puedo decir que tras esta surrealista historia, conseguí dar con algún chico que iba buscando lo mismo que yo sin bragas de por medio.

 

Marieta