Dahmer, alias “el caníbal de Milwaukee”. Existe una serie basada en su vida. Fue un asesino en serie de personas. Un tipo que parecía rarito sin más pero que se dedica a violar, matar, descuartizar y comerse a sus ligues.

“Miguel, 32. Amante de los animales. Le gusta la naturaleza. Los domingos ve el fútbol con su padre y pasar tiempo con su abuela. Trabaja en un banco y estuvo un año en Kenia de voluntario construyendo escuelas. Tiene fotos sonriendo con su perro, fotos haciendo surf y fotos jugando con la nieve en Filomena. Qué culazo que tiene.”

Pues Miguel puede que no sea amante de los animales. Puede que ni tenga abuela. Puede que no se llame Miguel. Y puede ser un tarado.

Nunca he estado muy convencida de usar Tinder. Tengo amigas que se han viciado lo más grande. Eso era como el catálogo de juguetes de El Corte Inglés. Risas, sexo, más sexo, y en cuanto que no les convencía alguien, adiós. Detrás de dar con personas normales para sexo y risas, existen episodios de haberse pillado por algún tío y que el chico hiciese ghosting, citas de haber quedado con personas que no se parecían absolutamente nada a las fotos publicadas, y algún que otro tarado. Han pasado miedo.

Cada vez que mis amigas quedaban con personas de Tinder, he pedido ubicación, matrícula del coche y nombre de Instagram. Por si acaso. Y menos mal.

A mí nunca me han gustado ese tipo de aplicaciones. Soy una romántica de mierda, y me parecen herramientas muy frías para conocer a gente. Además de que obviamente cada uno se puede vender como quiere, puede mentir en absolutamente todo de su vida.

Más allá de una App para conocer gente, es tan fácil tener 70 conversaciones abiertas con gente potencialmente follable, que en cuanto hay algo que no nos encaja, perdemos el interés y hacemos next porque el siguiente sí tiene eso que le faltaba al otro. ¿Realmente nos preocupamos en conocer a la persona? Yo creo que no. No atendemos a los detalles ni nos curramos nada el conocer a alguien, es pura ansiedad.

Y menos me gusta este tipo de aplicaciones después de ver esta serie. Obviamente no pienso que cada persona con la que ligue me vaya a clavar un cuchillo y me vaya a matar, pero las cosas pasan y los psicópatas existen.

Viendo el telediario, te das cuenta de que hay gente pirada por todos lados. Puedes ir en el autobús y tener alguna sospecha de que la persona que tienes cerca es una tarada. Puedes estar en el supermercado y pensar que aquel hace cositas raras. Pero indudablemente, a través de una pantalla las taras se camuflan.

Vendemos lo que queremos vender.  Y es mucho más fácil engañar a las personas. El fin para engañarlas puede ser tener una relación, tener una noche de sexo, o abusar de una persona. La víctima puede ser una persona con experiencia en este tipo de aplicaciones y que no se la cuelen fácilmente, se dé cuenta de que hay algo raro y se aleje; o puede ser una persona inocente que se crea todo lo que le dicen y siga en ese juego.

Últimamente pienso que lo “menos malo” que te puede pasar es que te enamores de alguien a través de una pantalla y te hagan ghosting. Estamos tan expuestos, damos tanta información inocentemente, que nos la pueden liar parda y podemos tener un buen susto.

¿Qué seguridad o qué filtros utilizan este tipo de aplicaciones? Hasta donde yo sé, únicamente te indican si es un perfil verificado o no. Si la persona que hay detrás de ese perfil tiene la misma cara que la foto de su biografía. Pero nadie te asegura de que ese personaje no haya tenido antecedentes de malos tratos, o sea un psicópata integrado en la sociedad.

Si ya de por sí es difícil detectar muchas veces en persona a la gente que tiene taritas… a través de pantallas se multiplica la dificultad.

Altea.