¿Por qué la gente no habla abiertamente de abortos, infertilidad y demás?

Porque, ciertamente, son asuntos delicados y difíciles de tratar.

No hablas de ello en cualquier momento, situación ni ante cualquier audiencia, eso está claro.

Sin embargo, para conocer los motivos por los que estos son algunos de los tantos tabúes de la sociedad actual, debemos abordar la materia desde dos frentes.

Por un lado, están las resistencias/temores/sentimientos/etc de las personas que los padecemos. Por el otro, lo que los comentarios de nuestros interlocutores nos provocan cuando sale el tema.

No es sencillo abrirte a hablar sobre estas cuestiones en primera persona, pero, ojo, tampoco lo es para quien escucha. Conviene ser cuidadoso porque ese es un terreno muy inestable.

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EL EMBARAZO QUE NO LLEGA

A la mayoría nos pasa que, a partir de cierta edad, parece que alguien da un sutil pistoletazo de salida y, de pronto, todo nuestro entorno empieza a tener hijos. Pongámonos en el caso de esa pareja que decide que también ha llegado el momento. Entre embarazo y embarazo de sus amigos o familiares dejan de utilizar métodos anticonceptivos. Saben que no es tan fácil, que les llevará un tiempo. Puede que les cuenten a sus allegados que están intentándolo. Puede que no. Sea como sea, a medida que pasan los meses, conforme la ilusión se va convirtiendo en agobio, las ganas de hacer partícipes a los demás van disminuyendo. En cierto punto del camino, directamente esquivarán el tema.

Porque duele. No entiendes por qué los demás pueden y vosotros no. Sabes de sobra cómo va esto de la fertilidad humana, conoces parejas que han tenido problemas, pero ¿por qué vosotros? ¿Por qué no lo conseguís, si estáis haciendo todo lo posible? Dejas de hablar de ello porque no quieres dar explicaciones. No quieres contar qué es una histerosalpingografía ni charlar sobre seminogramas.

No quieres volver a escuchar que debes relajarte, que ya llegará.

Entiendes que nadie te lo dice con maldad, pero… prefieres evitar que te den unos ánimos que consiguen todo lo contrario de lo que se proponen quienes te los dan.

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LOS TRATAMIENTOS DE FERTILIDAD

Cuando una pareja lleva años lidiando con la infertilidad y por fin accede a la posibilidad de realizar un tratamiento que, o bien requiere lista de espera, o bien un desembolso económico importante, vuelve a recuperar aquella ilusión inicial. Lo bueno se hace esperar y, con esfuerzo, la satisfacción siempre es mayor…

Como en todo, habrá quien lo haga bajo el más riguroso secreto de sumario y quien comente sin pudor que en breve les llamarán para empezar un ciclo de fecundación in vitro. Incluso entre los segundos, pocos seguirán informando a partir del primer intento fallido.

Bastante presión tiene una ya con las extracciones de sangre a diario, los pinchazos, las hormonas, el tamaño de los folículos, etc.

No hay ninguna necesidad de amentar esa presión con las preguntas de aquellos a quienes hayas podido hacer partícipes de lo que estás haciendo.

Pero, claro, si se lo has contado, lo normal es que quieran saber cómo estás y que se preocupen por ti y por el resultado.

Esto en cuanto a los que respetan tu decisión. No nos olvidemos de quienes la juzgan abiertamente y no dudan en recriminarte que te empeñes en luchar contra la naturaleza, habiendo la posibilidad de adoptar o de acoger. Como si tú no conocieras esa alternativa. Como si fuera tan fácil.

Así que, de nuevo, muchos optarán por hacer mutis por el foro.

Si todo va bien, pronto habrá buenas noticias que compartir. Si no, cuanta menos gente haya que informar, mejor.

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LOS ABORTOS ESPONTÁNEOS

Si ya es complicado hablar de intentos, esperas, ilusiones y tratamientos, imaginaos hacerlo del dolor de una PÉRDIDA REAL.

De lo que se sufre cuando pierdes a un hijo. No un feto de cinco, ocho o quince semanas.

UN HIJO.

Tal vez has sido consciente de tu embarazo solo un mes, quince días, eso es irrelevante.

Hasta la última célula de tu cuerpo siente la pérdida de ese niño o niña que ya no va a nacer, de esa vida que se detiene y, de alguna manera, hace que la tuya tome de repente un camino diferente y que ya no tiene vuelta atrás.

No importa que el embarazo no estuviese avanzado.

Que aún no hubieses preparado nada.

Da igual lo joven que seas, que lo puedas volver a intentar más adelante, que ya tengas uno o más hijos.

Por más que se esfuercen los tuyos, que lo harán, no hay consuelo.

De modo que serán muchas las parejas que solo puedan compartir lo sucedido pasado un tiempo.

Algunas nunca lo harán.

 

Y aunque soltar lo que nos aflige y liberar nuestra carga de esa forma puede resultar terapéutico, no es menos cierto que la exposición a según qué opiniones, argumentos, comentarios y/o juicios no ayuda en absoluto.

Por lo que resulta más que comprensible que la dificultad para concebir, los tratamientos de fertilidad y los abortos se gestionen dentro de los círculos de más confianza o en la intimidad de las parejas.

¿Estáis de acuerdo?

 

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