El dinero sí da la felicidad.

 

¿Cuántas veces has escuchado eso de que el dinero no compra la felicidad? Seguramente muchas, igual que yo.

Que si lo que importa son la salud, la familia, el tener una conciencia tranquila… Y no te digo que no, porque por supuesto que la familia, la salud y todo eso tan bonito es lo más importante, y sino que se lo pregunten a cualquier millonario que ahora mismo se encuentre en una cama a causa de una enfermedad, que le pregunten cuánto de su fortuna daría por recuperarse, si esa enfermedad fuese terminal, y estoy segura de que todos, o casi, al sentir una pequeña esperanza mediante la sola pregunta, gritarían que toda.

The Bucket List es una película preciosa que, si no has visto, deberías ver. Sin spoilers: Nos cuenta la historia de dos hombres, uno millonario y otro de clase media baja, que se conocen en la habitación de hospital en la que les toca ser compañeros, y ahí empieza un viaje, más interior que exterior, que conmovería hasta al corazón de Freezer, el de Dragón Ball.

Que eso, que la salud y el corazoncito lleno primero, pero que eso no quita el hecho de que el dinero también es muy importante, aunque me aventuraría a decir que más hoy que hace algunos años, y que a su vez hace algunos años más que los anteriores.

¿Cómo me van a decir a mí que el dinero no da la felicidad, si uno de los episodios de mi vida que aun años después, recuerdo con mayor dolor, es aquel día en el que, tras haberme separado de mi pareja, mi hija tenía que hacer su tarea del colegio y no sólo iba a tener que hacerla en la cama o en el suelo porque no contábamos con nada más en la habitación/caja de cerillas a la que nos habíamos tenido que ir a vivir, sino que yo no tenía ni para comprarle el lápiz con qué hacerla? Porque os digo que pocas cosas hay tan dolorosas como que tu hija necesite algo y tú no puedas dárselo.

Y bueno, vale, quizás la afirmación “El dinero sí da la felicidad”, sea un poco temeraria, pero es que el dinero sí que ayuda bastante.

Preguntadme a mí ahora lo feliz que fui al llevar tiempo después a mi hija a Disney, y lo feliz que sigo siendo aun a día de hoy al recordarlo. Preguntadme acerca de la satisfacción que sentí al estar en Venecia el año pasado, después de haberlo estado soñando desde niña, o de la tranquilidad que me dio, en medio de todo, el tener un seguro privado cuando sentía que me moría y en el hospital estaban pasando un poco de mi culo. Porque además a veces del dinero depende incluso la vida.

¿Y lo feliz que sería yo, y el estrés que me quitaría yo de encima (junto con las enfermedades que eso conlleva), si en vez de gastar más de la mitad de mi sueldo en el alquiler de un piso que aunque hoy sea mi hogar, mañana puede que no (dependiendo de los planes de mi casera), tuviese mi propia casita de la que nadie pudiese echarme?

Porque el dinero sin salud no es nada, por supuesto, pero la salud sin dinero puede terminar deteriorándose, creedme. El dinero sin amor no llena, eso está claro, pero el amor sin dinero puede terminar fracturándose, creedme. Así que, oye, eso que rueda por ahí a modo de meme y que dice algo como “El dinero no da la felicidad pero yo preferiría llorar en un yate de medio millón de euros”, no me parece a mí tan descabellado, lo que pasa es que como vivimos inmersos en un sistema que nos vuelve cada vez más precarios, quizás la solución sea convencernos de que así estamos bien, de que en vez de cambiar al sistema los que debemos cambiar somos nosotros y nuestros hábitos para adaptarnos a este, de que como el Dalai Lama se viviría mejor.

Pero no, porque no sé si el dinero da la felicidad o no, pero sí que ayuda bastante.

Lady Sparrow