Afónica me he llegado a quedar por defender la diversidad física y el body-positive. Y junto a mí, mi fantástico grupo de amigas. Diez mujeres de armas tomar, diferentes tanto física como psicológicamente, y dispuestas a rasgarnos las vestiduras ante cualquier injusticia que desprecie a las personas.

Al menos ese era nuestro lema hasta hace unos meses. Jamás hubiera dudado de la seguridad moral de mis colegas. Ellas siempre tan seguras y férreas defensoras de todo aquello que quisiese pasar por encima de nadie. Duras y críticas en la teoría, pero resultó que en la práctica cojearon terriblemente decepcionándome como nunca antes me habían decepcionado.

Llevaba yo varios años soltera. Vivía sola y gozaba de una realidad en la que mi trabajo y mis amigas ocupaban todo mi tiempo. Luchaba desde hacía años por conseguir una plaza como profesora en una prestigiosa Universidad, y ellas fueron durante todo ese proceso mi principal y único punto de apoyo.

El día que me dieron la noticia todas nos juntamos en un bar para brindar por lo que estaba por llegar. Sí, en ese momento podíamos decir que todas éramos triunfadoras y dueñas de nuestros propios destinos. Era una sensación maravillosa que le deseo a todo el mundo. La felicidad se nos quedaba corta.

Fue en mi primer día de trabajo cuando conocí a Álex. Él era mi compañero de departamento y además de tiempo también compartíamos despacho. Era un chico distinto así como el más amable que había conocido jamás. A pesar de todo el trabajo que tenía por delante aquellos días, se dedicó por entero a que yo me adaptase de la mejor manera posible a mi nuevo centro de trabajo.

Álex era un crack de la física y de las matemáticas, una mente hiper privilegiada en su campo pero también un ser interesantísimo con el que daba gusto hablar de casi cualquier tema. Sin pedanterías, tratar desde cualquier chorrada o la noticia más retorcida del momento, siempre nos daba pie a tirarnos horas de charloteo interminable. Sí, teníamos un feeling especial y yo estaba en la gloria en aquel despacho compartido.

Pasaron tan solo unas semanas hasta que invité a mi compañero y amigo a tomarse una copa conmigo y con mis amigas el fin de semana. Llevaba días hablándoles maravillas del bueno de Álex y todas estaban deseando conocerlo. No fueron pocas las que, entre risas, auguraron una relación ya fuese fugaz o estable y aunque yo lo descarté por completo de cara a la galería, en mi interior me moría de ganas de darle una oportunidad a los labios de mi compi.

Los dos llegamos juntos al bar en el que nos esperaban muchas de mis amigas de toda la vida. Álex parecía nervioso y yo le repetía que en el momento que quisiera irse solo tenía que decírmelo, aunque no ponía en duda que se lo iba a pasar genial con nosotras. Nada más acercarnos a ellas pude intuir un ápice de sorpresa en sus miradas. Yo no le quise dar importancia y me abalancé a abrazarlas como de costumbre.

Todas saludaron a Álex mirándolo de arriba a abajo, algunas sin cortarse un pelo. Recorrían el cuerpo de mi amigo como si no se pudieran creer lo que tenían ante sus ojos, como si aquello fuese una broma. Pasados unos minutos, seguramente incómodo por la situación, Álex se escapó al servicio.

¿Me podéis decir qué está pasando?‘ pregunté bastante mosqueada, borrando la sonrisa de mi cara.

Pero tía, que tú nos hablaste de este chaval como si fuera un partidazo y te olvidaste de un detalle crucial… Tía, que mide algo así como metro y medio y está gordo como una vaca…‘ respondió una de mis colegas sin dejar de reír como si aquello fuera el mejor chiste del mundo.

No me lo podía creer, miré al resto de chicas y todas asentían devolviéndose entre ellas la carcajada. Me hubiera encantado agarrar sus cabezas en ese momento y chocarlas para hacerles ver que estaban comportándose como unas imbéciles de manual.

¿Pero qué me estáis contando? ¿Pero no éramos nosotras las defensoras de la diversidad? ¿Las que estamos hartas de cánones y de imposiciones?‘ continué ahora indignadísima por la situación.

Que sí, por supuesto, y como amigo el tío mola muchísimo, pero como rollete o pareja… es que mereces algo mejor…

Aquella recomendación fue la gota que colmó el vaso de mi paciencia. Pocos segundos después Álex regresó para encontrarme seria esperándolo en la puerta del local. Ni una pequeña mención a la horrible conversación que me habían regalado esas que decían ser mis amigas. Bastante desconcertado se acercó a mí y me preguntó si todo iba bien. Entonces, yo me giré para mirarlo y le di un beso que me salió de todo mi interior.

Una noche agridulce en toda la regla. Porque por un lado descubrí la doble cara de algunas de mis amigas, esas que defendían según qué cosas solamente cuando les interesaba, y por el otro porque comencé a conocer a Álex más allá de nuestra pequeña oficina.

Parece mentira que a estas alturas todavía tengamos que explicar que la verdadera belleza está dentro, y que la inteligencia puede ser un millón de veces más sexy que cualquier abdominal bien marcado. Es absurdo que luchemos por nuestros derechos y porque se respeten nuestros cuerpos, para después desmerecer a una persona por no cumplir con tus expectativas. A veces somos así, idiotas de manual.

¿Y cómo terminó toda esta historia? Para ser sinceros, no ha terminado en absoluto. En Álex he encontrado al compañero ideal, de trabajo y de vida. Nuestros primeros meses fueron excitantes y divertidos, llenos de historias que recordar dentro de unos años. Su forma de ser, tan diferente y único, todo lo que tiene por enseñar al mundo y su gran corazón lo han convertido en la persona más especial que he conocido.

Aquellas chicas que algún día fueron mi punto de apoyo quisieron disculparse, y así lo hicieron. Las escuché y, aunque no les guardo rencor, sí que he decidido mantener las distancias. Sé que no las he perdido a todas, por suerte algunas de ellas supieron valorar a Álex como se merece, pero por duro que parezca aquella noche me abrió los ojos a una realidad que jamás habría ni imaginado.

Al final el cuerpo es solo un continente y es nuestra cabeza la que nos aporta lo imprescindible. Son tus ideas las que te hacen sexy, más allá de tus curvas.

Fotografía de portada