Poca gente no sabrá reconocer el dilema de la pastilla azul y roja. La famosa elección entre seguir viviendo en la realidad que conocemos, para la que nos preparan a conciencia en nuestros roles; y la “verdadera” realidad donde nada es como lo establecido. Pues cuando empiezas a quererte se siente así. Como si eligieras continuamente tomarte la píldora roja la que te permite romper con la Matrix de las dietas.

Como si estuvieras continuamente huyendo de los Agentes Smith salvo que en vez de ser señores con traje y gafas son seres avatares en las redes sociales o familiares desfasados. En cada foto de ti en redes, ahí están con sus  electrocutantes “gorda”, “fea”, “das asco”; con cada elección de alimentación o de vestimenta ahí tienes a tu tía Gertrudis con sus balas en forma de frases contundentes “deberías adelgazar por salud”. Intentando coserte la boca para que dejes de “hacer apología de la obesidad”.

Sin embargo, no hay vuelta atrás. Una vez que la pastilla se apodera de ti, forma parte de tu sistema, de tu torrente sanguíneo te cambia hasta la mirada sobre ti misma. Te miras al espejo y no te reconoces, sientes que te has alienado de todo lo que te han enseñado a ser. Es una sensación de poder, de haberte pasado el juego: haber salido del castillo y haber salvado a la puñetera princesa aburrida y cansada de esperar a que la dejaran a jugar. Con la comida, con la ropa, con su sexualidad, con sus opiniones, con su presencia.

Se te llena la boca de palabras que jamás habías usado: querer, cachonda, pibón, me la suda, ¿perdona me cambia la silla que mi culo no entra?, GORDA, FEA, MUSLONA, CULONA, … Y no puedes parar de decirlas, de apropiarte de ellas, de su contenido, de su poder. Y te ríes, de ti, de quien te intenta ofender. De quien te intenta aleccionar. De quien te ofrece batidos para curarte la grasa. Sientes por primera vez tú la compasión ante todos aquellos que aun son esclavos de sus restricciones.

Cuando la píldora roja te rompe por dentro las conexiones que parecían de acero, de diamante, entre bienestar, salud y dieta de repente entiendes qué es la energía, que es la saciedad, el antojo, el puñetero culto al cuerpo. Porque deseas cuidarlo, porque lo aprecias, lo adoras, lo idolatras. Con sus formas, sus necesidades, su volumen, sus limitaciones y sus oportunidades.  Porque te importa un pimiento cómo se vea, cuánto ocupe o a quien le agrade. Pero al mismo tiempo lo ves potente como nunca has visto nada funcionar.

La Matrix de las dietas, que nos quiere obedientes, calladitas, sufridoras. Nos necesita culpables por la salud, la estética, la sexualidad que queremos vivir. Nos necesita rendidas ante la innegable realidad de que si no logras lo que te exigen es por tu naturaleza débil, perezosa y poco merecedora de respeto. ¿Qué te crees que es fácil ser lo que nos hemos inventado que tienes que ser? PUES NO. Así que GORDAS. FEAS. GRANDES. PEQUEÑAS. SUFRID. Y vivid lo que sois como un yugo.

ANDA Y QUE OS JODAN SEÑORES Y SEÑORAS SMITH.  

No dudes, tómate la píldora roja. Pero ¿tendré que huir? ¿justificarme? Sí, pero eso ya lo haces en la Matrix, al menos aquí, en este lado, podrás vestir, comer, sentirte cómo te de la real gana porque estarás por primera vez en posesión de TU VIDA. La adrenalina de luchar por quien quieres ser es duradera e incomparable con la efímera excitación de creer que un día encajaras en lo que se te impone.

Elige romper la Matrix de las dietas. La pastilla roja.

Elige Weloversize. Elige @tengoquenayque

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