Soy la amiga gorda. Es objetivo. Con mi 1.77 de altura, bastantes kilos de peso (no lo sé exacto, vivo muy bien sin báscula) y una talla 42-44 soy objetivamente la amiga gorda del grupo. Aun así hoy llevo unos pantalones del Bershka de la talla 40, misterios de la vida… Soy la amiga con el culo grande, las tetas grandes y los músculos abdominales ocultos tras una capa de grasa… Soy la amiga que no se hace fotos en la playa en bikini y si se las hace siempre es la que está al fondo. Soy la amiga que, en esa misma playa, cuando va al chiringuito, siempre tiene a mano un pareo o un vestidito, porque sentarse en bikini con las lorzas al aire no es algo que me apetezca ver, ni a mí ni a los demás. Tumbada para tomar el sol gano más, toda la tripa se queda plana y se disimula bastante, a pesar de no estar oculta tras un bañador, si no a la vista con un bikini. Porque a pesar de ser la amiga gorda me gusta tener la tripa morena…

Soy la amiga que lleva las camisas anchas, que no se compra nada que le marque la tripa, y también soy la amiga a la que la lorza se le sale por encima de los pantalones… Soy la amiga que no se puede poner los vestidazos ajustados rollo Kim Kardashian que se ponen el resto de mis amigas, la que no puede ponerse un bikini sin tirantes porque mis tetas grandes pesan, y la gravedad no perdona.

Soy la amiga que se pone una faja súper sexy rollo Beyonce cada vez que va a una boda y reza para que no se le levante la falda y se le vean las carnes apretadas debajo del refajo… También soy la amiga que en las bodas no se priva de nada y le da al cóctel, a la cerveza, a los 3 platos de la cena, al vino y al postre.

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Porque a pesar de ser la amiga gorda no me privo de nada. Soy de mal comer de toda la vida y, aunque obviamente con los años he ido añadiendo platos a mi alimentación, nunca diré que tengo una dieta equilibrada. Hago lo que puedo y luego ya si eso el finde voy a casa padres y disfruto de las judías verdes, los purés de verduras y el pescado al horno. Y con suerte cambio mi yogurt diario por un heladito, que me he quedado con hambre… Como 5 veces al día, no ceno nada frito porque por la noche sienta mucho peor, por suerte para mi paladar y desgracia para mi cuerpo, como pasta más de 2 y 3 veces con semana, pero sólo tomo pan para desayunar. Los jueves al salir del curro me voy de cañas, pero de lunes a miércoles voy al gym por la tarde y me pego mis buenas palizas para intentar quemar las calorías de más.

Porque aunque sea la amiga gorda me cuido.  Y sin embargo no tengo fuerza de voluntad para aguantar una dieta, para privarme del queso curado, de la pasta, de las cervezas, de tomar el aperitivo de vez en cuanto o del antojo de comprarme unos mini croissants para desayunar cada X tiempo… Además, después de mucho tiempo he decidido que me voy a cuidar para mí y he llegado a la conclusión de que no me compensa sufrir a dieta 12 meses al año para 15 días que una va a la playa y menos de 2 meses que bajo a la piscina. Quiero poder disfrutar de la comida, de lo que me gusta, que comer sea un placer y no un ‘Pfffff, verduras otra vez…’. Luego voy al gimnasio y me lo curro, porque aunque soy la amiga gorda, no soy una persona que descuide su salud.

Soy la amiga gorda de las amigas normales, porque no es que mis amigas estén súper delgadas, mis amigas son normales, pero a su lado yo soy la amiga gorda. Soy a la que no miran en los bares, la que no llama la atención por su tipazo o por lo bien que le sienta ese vestido, o por lo bonitas y bronceadas que tiene las piernas. Porque esa es otra, además de ser la amiga gorda, también soy la amiga blanca, que para ponerme morena en verano tendría que pasar 3 meses en el Caribe…

gorda-delgada

Pero lo cierto es que no estoy gorda en absoluto, me sobran unos kilos pero no los suficientes para que la gente se me quede mirando por la calle o como para que me den consejos que no he pedido sobre si me conviene o no comprar esas galletas en el súper… Los consejos que no ha pedido son probablemente lo peor que le puedes decir a una gorda. A mi los consejos sobre perder peso que me los den mi madre o mi endocrina, pero no esa señora que ha decidido que su sabiduría merece ser compartida a diestro y siniestro; dan ganas de preguntarle si a los calvos les para por la calle para recomendarles que visiten a un dermatólogo para prevenir la caída.

No soy la amiga gorda, sólo soy la amiga con unos kilos de más; sin embargo, vivimos en una sociedad que promueve tanto el culto al cuerpo que una persona con mi altura y con mi peso es ‘la amiga gorda’, la que no encuentra su talla en las tiendas de Inditex, la que se esconde… No, yo no quiero ser la que se esconde, quiero ser la amiga buenorra, igual que mis amigas, pero quiero serlo con mi peso. No quiero perder 10 kilos para ser feliz. Yo ya soy feliz.