Nunca me importó mi cuerpo hasta que llegó alguien que me importó y al que yo no le importaba por mi cuerpo. Ese día mi vida cambió, se convirtió en un bucle incesante de dudas, insatisfacción, frustración. Hasta que llegó alguien más, mucho más tarde, que me importó de verdad y que se derritió por mi piel flácida, languideciendo sobre mis estrías, y me hizo despertar de un letargo abominable de auto odio. Mi amor se llama propio porque nadie lo puede hacer por mí pero que hubiera un clavo firme sobre el que sostenerme para empezar a salir del acantilado fue una ayuda brutal. Llegaste a mi vida y quisiste mis lorzas, pero te follaste mi alma.

Un día las luces dejan de apagarse y la ropa de disimular. Y en tu reflejo no te encuentras. No ves esa extraña, ese monstruo que solías ver. No le ves lo terrible a tus cicatrices, a tus pechos caídos, ladeados, a tus calvas, a tus muslos pronunciados o a tu inmensa barriga. Están ahí, no te han dejado, pero en lugar de pesar y clavarse en lo más profundo de tu ser, son como grandes algodones de azúcar que te hacen flotar. Sí, flotar. Y con esa pequeña y elevada perspectiva ves un brillo en tu mirada de aprecio, orgullo y paz que nunca antes había estado ahí. Y con esa luz todo se ve mucho mejor.

Todos los no-es, todas las veces que te hicieron invisible, que tu dolor lo redujeron a tu incapacidad de ser normal, de sacrificarte suficiente, de sufrir lo que debías por tu naturaleza rara y gorda; imperfecta y calva; fea y diferente se disipan. Y tienes una epifanía: ha aparecido alguien que te quiere bien que ha creado un espacio para que tu amor propio crezca despreocupado de que vengan a derribarlo. Sí, hablo de ti. Quisiste mis lorzas, pero te follaste mi alma.

Porque conocemos follagordas, follafeas, gente que te usa y tira y se avergüenza de que le vean contigo en público. Gentuza que te usó de trampolín para llegar a tus amigas las “atractivas” para hacerlas a ellas sentirse aún peor solo para su propio beneficio; jugando contigo, con ellas, con todas. Mala gente que te ha rechazado con burla, con asco, rehuyendo tu mirada como si al cruzar vuestras pupilas se les fueran a caer los genitales.

Pero joder, también está esa gente que cree que tu cuerpo ha sido hecho para recrearse lamiéndolo en cada recoveco. Maravilla de gente deseando que le abras tu mente pero sobre todo tus piernas. Les abras tu camisa para resbalarse por tus curvas y tus rectas que nadie más ha sabido apreciar. Personas con las manos listas para hacerte gozar porque no creen que haya lugar para más sensualidad que la que cabe en la recta de tu nariz, en la curvatura de tu sonrisa, en la cima de tu lunar. Gente que te va a hacer chillar de placer y con orgullo, te cogerán la cara y te dirán que has sido el polvo de su vida. Su crush.  Su bendita locura. Y tú, les sostendrás la mirada, cargada de incredulidad, y les responderás: quisiste mis lorzas, pero te follaste mi alma.

Y para mí, todo es comunidad. Quererme es un éxito mío. Pero también de quien decidió que darme un hogar o un orgasmo eran sueños personales que cumplir. De ti, que llegaste para querer mis lorzas, pero te has follado mi alma. Y el efecto mariposa que has provocado no hay quien lo pare.

@tengoquenayque

Foto destacada de Git Stephen Gitau en Pexels