Nunca he sido una persona de hacer planes. Siempre he pensado que es una perdida de tiempo ya que tú puedes tener tu vida bien diseñada, pensada, planificada y luego llega cualquier piedrecita en el camino y…paf….todo a tomar por culo.

Quien dice piedrecita dice crisis existencial de la ostia que acabó en divorcio del que era mi pareja de toda la vida.

Total, que allí me vi yo, con mis cuarenta cumplidos y de repente soltera.

Con la libertad que da eso, con la de juergas que podría correrme, con la de jovencitos incautos que podría ligarme….

El caso es que la vida, que es una hija de puta, me puso en frente a Sergio. Un hombre de mi edad, sin pareja, sin hijos, con la vida resuelta, sin demasiadas aspiraciones pero también sin demasiados dramas. Lo suficientemente maduro para que no le tuviera que hacer de madre pero lo suficientemente joven como para que aún tuviera ganas de hacer cosas nuevas.

relación abierta

Y se topó conmigo, en el que probablemente fue el peor momento de mi vida. Sin rumbo, con la vida hecha trizas y sin tener ni idea (pero ni idea) de hacia dónde tirar.

La amistad que nos unía y su gusto por cuidar de las “almas descarriadas” me salvó la vida.

Tenía claro que no quería una relación, justo ahora que acababa de soltar lastre y que tenía tanto por descubrir, pero desde la adolescencia siempre había tenido pareja y era una situación en la que me encontraba cómoda y a la que inconscientemente tendía.

El que él viviera tan lejos (y quien dice lejos, dice en otra comunidad) tampoco facilitaba las cosas, pero lo cierto es que nos sentábamos muy bien el uno al otro y queríamos intentar tener “algo” que no sabíamos muy bien como definir.

El concepto “relación abierta”, tan desconocido para nosotros, creímos que era lo que mejor se adaptaba y para allá que nos tiramos como quien se tira a la piscina.

La teoría es muy guay. Tu tienes a tu “pareja”, con la que estableces vínculos y a la que le das prioridad pero al mismo tiempo puedes picotear por ahí con gente que te haga más o menos gracia y con la que tienes diferentes grados de relación y por lo tanto de compromiso.

La práctica es una cosa muy distinta… A nuestra edad, con toda una vida de roles marcados, de sensaciones que te inculcan, de normas establecidas de como te tienes que sentir…fue toda una novedad.

Lo queríamos hacer bien, queríamos que funcionara y hablamos horas y horas y horas de lo que queríamos, de lo que buscábamos, de las reglas del juego. Nos informamos, leímos libros, creímos pactar todas las situaciones a las que nos podíamos enfrentar.

preguntas

Pero en ningún libro encontramos consejos de como tragarte los celos la primera vez que se lía con otra, como luchas contigo misma ante la necesidad de saber y el daño que te hace saberlo, de como enfrentarte a terceros que no quieren saber ciertas cosas, como gestionar que está pasando su tiempo con otra…

Al final descubrí que eso de las relaciones abiertas no es para mí y a pesar de todo el esfuerzo y las ganas que le pusimos, vi que no compensaba las satisfacciones con las preocupaciones que me traía.

Decidimos ir cada uno por nuestro lado. Yo me pegué unos par de años de adultescencia intentando encontrar mi sitio y conocerme a mi misma, para acabar otra vez enamorada hasta el tuétano de un chico con el que tengo una relación cerrada, cerradísima y de la que al menos conozco las reglas del juego.

 

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