(CONTINUACIÓN DE ARDIENTE TENTACIÓN)

¡Me encanta ese coche! ¿Así que eres fan de fast & furious?

¡Oh, Dios!

Cerré los ojos y conté hasta diez, intentando con todas mis fuerzas recobrar la compostura. Deseaba tanto recibir un mensaje suyo, que no me lo podía creer. Me apresuré a llegar a casa para escribirle una respuesta, con la fantasía de que la conversación fuera como una chispa que espera transformarse en fuego.

¡Mucho! ¿y tú? Ahora estrenan la nueva…

No quería que se notara mi deseo por él pero, esperaba con tanta impaciencia su respuesta que me excité al oír el sonido del móvil anunciar mensajes entrantes.

 ¡Es mi película favorita!  precisamente estoy viendo la última para cuando vaya a ver la nueva… y tú qué tal estás? ¿aún sigues por el paseo?

Ojalá hubiera recibido otro mensaje, algo más atrevido, pero a la vez pasional y ardiente.

Ansiaba una invitación tentadora de un hombre sencillo y cortés, pero a la vez feroz y seductor.  Mi cuerpo se tensa con solo imaginarme junto a él en el sofá viendo la película, sumergidos en una atmósfera sensual, con un sexo de fantasía.

Pero la realidad es que estoy en la cama desnuda a punto de masturbarme, imaginándome todo lo que le haría, las ganas de atormentarle sin piedad, llevándole al límite, pero sin dejar que se corra. No podía decírselo, al menos no ahora. Continúe la conversación como dos personas que se están conociendo, descubriendo sus gustos, sus aficiones, sus defectos… Y fue entonces, cuando todo ese apetito sexual se convirtió en algo más, en una pasión que se iba cocinando a fuego lento.

Los siguientes días en el pueblo fueron tensos. Ese deseo se había transformado en una combinación de sentimientos, difíciles de explicar. Estaba segura de que quería hacerle el amor con ternura, después con violencia, y más tarde de nuevo, con ternura. Acurrucarnos juntos, ver netflix sintiendo su piel contra la mía, explorándonos mutuamente. Sabía que todo lo que anhelaba podía ser arriesgado, un dolor inmenso, pero lo necesitaba. Sí, te necesitaba.

Llegan las fiestas patronales y el pueblo se transforma, se engalana de forma especial con un sentimiento único. Las calles son vida, con adornos, banderas y luces, personas alegres, cantando, bailando, sonriendo y disfrutando de la magia que les une. El paseo renace, se hace grande. El pueblecillo es luz, es fiesta, es mágico ¡Vive!

Las campanas resuenan y la orquesta se hace dueña de la noche. Los pueblerinos se dirigen al recinto ferial. Mientras, los jóvenes compran sus vicios, los mayores dan sus primeros pasodobles en la pista. Es justamente en ese instante cuando sé que debo arreglarme.

Me tiemblan las piernas, me hormiguea la piel y siento los pechos turgentes. Apenas puedo pensar en que ponerme, él ocupa mi mente. 

Al final, apuesto por unos pantalones ajustados blancos (como se me transparenta la ropa interior, decido no colocarme un tanga y voy totalmente desnuda). Arriba me coloco un top blanco con la espalda descubierta y unos tacones negros finos (aunque siendo sincera, duraré muy poco con ellos). Estoy lista, aunque algo preocupada. La tentación puede llevarme a un gran pecado y no sé si estoy preparada.

Antes de ir al recinto, los jóvenes nos reunimos en una explanada a las afueras del pueblo. Cuando era pequeña veía ese sitio como algo maligno. No conseguía entender que tenía de peculiar para convertirlo en un lugar tradicional. Al crecer comprendí que son las historias que lo hacen especial. Y quién sabe, quizás yo, iba a ser protagonista de una de ellas.

Al llegar me reúno con mis amigas ¡están espectaculares! Veo que han escogido el banco solitario. Lo agradezco, pues no me gusta estar rodeada de tantas personas, prefiero alejarme un poco del bullicio. Tras servirme mi primer cubata, levanto la cabeza y mis ojos van directos a él. Lo veo acompañado de sus amigos y de nuevo con la mujer con la que presiento que ha tenido algo más que palabras, posiblemente una mamada en cualquier espigón de la playa.

Le está acariciando, rozando con ligereza la espalda desnuda de ella. Sus dedos descendiendo por su columna. El deseo me atraviesa y se vuelve líquido, haciendo que me humedezca. Imagino que soy yo. De repente aparece un mensaje de texto en mi pantalla.

Acabo de verte ¡estás muy guapa! Pero ¿te pasa algo conmigo?

Estoy acalorada, acaba de decirme que estoy guapa y lo único que quiero ahora es llevármelo a cualquier lugar donde estemos a solas, tocarle, besarle y saborear el sabor salobre de su polla. Pero no puedo, no debo. Intento responderle, pero mi amiga me agarra del brazo y me lleva hacia él. Su sonrisa me envuelve y no comprendo porqué estamos aquí, apenas puedo respirar y siento como mi cuerpo se estremece.

Durante 15 segundos no escucho nada de lo que dicen, estoy paralizada y lo veo tan sexy que cuando despierto me sorprendo de la conversación. A él se le ve cómodo, creo que mi presencia le agrada. Le da consejos a mi amiga de sitios donde hacerlo y me sorprende cada una de sus palabras. Presiento que esos lugares los recorrería conmigo y esa idea me excita tanto que no puedo soportarlo y me doy la vuelta para volver al banco. De nuevo aparece esa mujer.

¡Zorra! (pienso)

Mis amigos se marchan al recinto y mi amiga reaparece, preocupada por mí. Ella cree que me estaba mandando indirectas y que debería intentarlo. Yo no estoy segura, creo que todo ese deseo se ha transformado en pasión y no sé si pueda resistirlo.

Estoy bailando ya en el recinto. Sé que debería contestar a su último mensaje, pero estoy celosa. Sus amigos están aquí y él no. Seguramente este entretenido comiéndole el coño a esa mujer ¡Joder!

Le pido al camarero de la barra un gin tonic. A mi lado, una mujer que parece modelo, que me saca por lo menos 10 centímetros, da un sorbo a su cubata.

  • Lo estás esperando ¿no?…

La miro confusa…

  • Perdón, ¿cómo dice?

La mujer sonríe y veo el brillo en sus ojos verdes.

  • Él no está aquí, pero todas lo esperamos. Está despachando a la tía buena de turno y luego vendrá a por ti. O, en mi caso a por mí.
  • Ah no ¿Yo? ¿Con él?  En ese momento cierro la boca antes de que me meta en una situación embarazosa. ¡Tierra trágame!

La mujer se ríe y comienza a alejarse de mí.

  • Pues parece que él ya ha escogido. – dice ella-

No entiendo nada, pero cuando miro hacia al frente lo veo a él a un centímetro de mí. Se ha cambiado la camisa, ahora lleva una ajustada, rosa, con unos vaqueros cortos ¡está tan sexy! Pero no dejo de pensar ¿Por qué todas lo esperan? Sé que le gusta llevarse bien con todas, algo en lo que no nos parecemos, ¡Será el rey del sexo!

  • Hola, te noto ausente ¿estás bien?
  • Sí, perdón, no he contestado a tu mensaje porque te vi ocupado con esa mujer…
  • Que va, es buena niña, pero no hay nada entre ella y yo. Es una amiga.

¿Amiga? Deseo preguntarle qué soy yo, pero tengo miedo de también pertenecer al grupo de “buenas niñas”.

  • Estoy bien, gracias por preocuparte. La verdad es que me ha sorprendido la conversación de antes con mi amiga. Te sabías muy bien los lugares íntimos…
  • Ja ja pues no he estado en ninguno, pero tengo fantasías…
  • Yo si quieres, la torre podría ser nuestra…
  • No me digas esas cosas que uno no es de piedra… No hace falta ir a la torre
  • ¿Dónde quieres? vamos a hablar.
  • Sabes que no me gusta que se entere nadie, ¿Tú quieres hablar? Nos vemos en un sitio, tu y yo, sin que nadie se entere.
  • Si (me muerdo el labio inferior)
  • Nos vemos en cinco minutos en la caseta que hay al final del pueblo (resopla y puedo imaginarme su pene duro y excitado)
  • Allí nos vemos.

No puedo creer lo que acabo de hacer, estoy agitada y totalmente húmeda. Pero la preocupación me invade. Siento ansias de entregarle mucho más y es probable que para él sea una más del círculo de “buenas niñas”. Pero lo necesito, deseo mirarle, tocarle y correrme con fuerza una y otra vez. Aunque solo sea mío por un instante.

Estoy justo delante de la puerta de la caseta; nuestro lugar. Pienso en lo que significa para mí este sitio.

Este momento tan esperado después de tantos años masturbándome pensando en él, con tanto deseo que me produce, pero también me invade el miedo.  Parece tan misterioso, que siento que oculta secretos. Parece que solo puedo tenerlo en privado, pero no en público… mi cuerpo se estremece, Inmersa en la pasión que despierta en mí, aparto la cortina y dejo escapar un gemido débil. La luz es tenue y lo veo a él, enfrente sentado en el sofá con los ojos brillantes y la mirada clavada en mí. Trago saliva y me acerco a él.

Desliza sus dedos sobre mi espalda descubierta y me susurra – Estás preciosa- Se acerca suavemente a mi cuello propiciando ligeros besos sensuales que van ascendiendo hasta llegar a mi boca, la cual muerde por el labio inferior y ese pequeño dolor incide como un rayo en mi coño. Haciendo que mis músculos se contraigan con más fuerza.

Se inclina sobre mí, acariciándome las caderas, la cintura, desabrochando el pantalón con furia. Suelta una sonrisa picarona al descubrir que no llevo tanga ni bragas, estoy totalmente desnuda. Mientras, me contempla como me suelto el top dejando mis pechos al descubierto. Sus ojos son tan expresivos que puedo ver sus ganas de devorarme. Aproxima su boca a mis pezones, mordiéndolos, gimo y desliza su dedo dentro de mí – Joder qué mojada estás-

  • ¿No te gusta? – Pregunto-. Es por ti

Me besa y me mete otro dedo empujando con fuerza – Me encanta-

Cierro los ojos, sintiendo la pasión con la que resuena su suave y temblorosa voz.

Estar así con él me pone mil, de normal me obsesiona tener el control de todo, pero ahora mismo no controlo nada.

Estoy a punto de bajarle la cremallera para que me penetre con fuerza con su gorda y dura polla. Pero me asombro al ver que no existe erección y está totalmente flácida.

-Lo siento, he bebido mucho alcohol- ¿Estás bien?

Por unos instantes no reacciono ¿y si realmente no le atraigo?

  • Sí, lo siento, ¿te importa que paremos?
  • No, claro, como quieras-

Me tumbo entre sus brazos, inmersa en mis pensamientos. Él no deja de mirarme, las dudas me invaden, pero sus suaves caricias me consuelan. Así que cierro los ojos, disfrutando de su dulce pecho. Mañana será otro día.

@mireiaribeiro_