Me haces sentir tan especial. Tan wow. Única. La muy, la mejor, la más, la isísima. Me haces sentir lo mejor del mundo y me lo dices siempre: eres lo mejor del mundo. Me lo haces ver tan a menudo que no me cuesta creerte. No te cuesta desafiar las dudas de mi corazón (total, ese es un ingenuo) y tampoco te cuesta desafiar las dudas de mi cabeza, a la que he entrenado para ser estoica en estos trámites. Porque me haces sentir especial. Me haces sentir única.

Me esmero en mostrarme contigo tal cual soy. Te señalo mis mentiras, te enseño mi photoshop, destapo heridas y marcas y a ti parece no importarte. La miopía tan bestia con la que observas mis defectos me empieza a dar confianza y pienso que quizá es cierto: quizá sí que me quieres. Me lo dices, siempre: Te quiero. Hay que ver qué fácil lo haces parecer, qué sencillo suena cuando sale de tu boca.

Verás, los anglosajones no tienen esa diferenciación nuestra entre querer y amar. Se ahorran mogollón de problemas y lo engloban todo en un solo love. Quizá es más fácil así, sin ponerle nombre al tamaño de nuestro cariño. Pero sí que diferencian en algo importante: entre el quiero de love y el quiero de want. Y esa distinción es la que yo no logro ver: que no me estás queriendo de love, me estás queriendo de want. Y es que en este instante, cegada ante la posibilidad del enamoramiento, soy incapaz de ver que no me haces sentir especial por lo que soy, si no por lo que tú te imaginas de mí.

Me mandas mensajes de madrugada diciéndome cuánto me echas de menos, pero soy incapaz de ver que vienes poco.
Publicas en redes sociales lo mucho que me quieres, aunque pasa el tiempo y no sucede.
Me dices a la cara que te encanta como soy pero nunca señalas algo específico: ¿te gusta mi humor? ¿Te gusta mi sarcasmo? ¿Te gusta mi pelo?
No lo sé. Pero qué más da: Me haces sentir única. Me haces sentir especial.

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Lo que no sé, hoy por hoy, es que más pronto que tarde me dejarás de querer. No hará falta mucho: sólo bastará que me rompa por algún lugar y que tú estés mirando con atención, de cerca (y que veas que no soy perfecta, que tengo mis rajitas, mis taras) para que ya no me quieras. Porque aquí de love nadie estaba hablando, aquí estábamos hablando de want. Y quién quiere algo roto, dime tú: de want, nada. Dejaré de ser especial. Estarán al descubierto todos mis defectos. Seré la poco, la peor, la menos, la isisísima, justo, justo, en el instante en que me tienes.

¿Qué es mejor, después de todo? ¿Ser lo peor para alguien que me conoce (generar indiferencia, no ser nada) o ser lo mejor para alguien que no? ¿En qué escenario se rompe uno menos?

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