Cuando estudié la carrera no fui a una universidad presencial. Cursé el grado por la UNED, que es una universidad a distancia. Los exámenes eran presenciales y allí podías encontrarte con un montón de personas de edades diversas, pero casi todos mayores de 40. Me imagino el primer examen universitario de esta gente y estoy segura de que se sintieron como me sentí yo cuando volví a follar tras dejarlo con mi ex.

Siendo sincera, con mi anterior pareja el sexo brillaba por su ausencia y cuando lo hacíamos era SIEMPRE en la misma postura, SIEMPRE en el mismo sitio, y SIEMPRE igual de regulero. Tres años fingiendo orgasmos ni más ni menos. No es extraño que acabásemos dejándolo.

En mi proceso de luto y superación conocí a un muchacho bien simpático que me hacía el coño agua. Palabrita del niño Jesús que cada vez que quedaba con él tenía que ir al baño a secarme el chirri porque encharcaba los pantalones. Esto no me había pasado en mi vida, pero oye, fue una alegría porque pensaba que mi coñamen estaba difunto. Él lo resucitó.

La cosa es que tardamos un par de semanitas en darnos el lote porque los seres humanos somos gilipollas. En realidad, él sabía que yo lo había dejado recientemente con mi ex y quería darme mi espacio, cosa que me enterneció, pero una noche empezamos a beber cervezas en un bar, a tocarnos mucho cada vez que contábamos un chiste y a acercarnos cada vez más. En resumen, nos enrollamos. Acabamos acostándonos en mi casa y después de ese polvo vinieron muchos más. Mi coño no estaba caducado, ¡haleluya!

A medida que cogimos confianza yo me fui viniendo arriba y empezamos a probar nuevas cosas: posturas, juguetes, trucos sexuales. Yo me sentía como una quinceañera descubriendo su sexualidad.

Entre polvo y polvo un día me sentí motivada a tope y me quise poner “dominante”. Sin pensármelo dos veces me coloqué encima, le até con mis bragas y follamos como yo no había follado en mi vida. El fingir orgasmos se había acabado y estaba feliz, pero lo que me dijo al acabar todavía me encendió más.

– Me pones así, empoderada.

Por primera vez en años me sentía yo misma y tomaba la iniciativa, y eso le resultó excitante. Justo ahí entendí que yo no quiero ningún tío en mi vida que me empequeñezca o que necesite verme sometida a él para poder creerse más macho. Yo quiero a alguien que me empuje a intentar cosas nuevas, que me quiera libre, que se le ponga dura cuando yo me empodere.

Si alguien te hace sentir de menos para poder ser él más, es que no te quiere. Lo que realmente quiere es sentirse importante a tu costa.