De pequeña me enseñaron que en la vida había que encontrar a un hombre bueno que nos cuidase y que nos protegiese; que nos diese mimos y nos dijera lo guapas que estamos.
Cumplí los 16, pasé los 22 y llegué a los 28. Crecí y me di cuenta de que yo no quería nadie que me protegiera en la vida, que no necesitaba eso para ser feliz. Me di cuenta de que todas esas historias no hacían más que construir un mundo ideal por el que nos empeñamos en luchar y que es esa lucha la que nos hace estar más tristes cada día. Me di cuenta de que había que ser feliz con el cuento que te había tocado, con tu historia y que nunca más había que derramar lágrimas si no conseguías ser aquella princesa esbelta a la que el príncipe llevaba el desayuno cada mañana.
Vi muchas películas, escuché muchas canciones y leí muchos poemas. Me encanta la capacidad que tiene la gente de expresar sus sentimientos a través del arte, de la música, de las imágenes… me gustan las historias con final feliz y me gusta imaginarme que eso sucede en la vida real. ¿Soy una romántica?, tal vez; seguramente sí. Una romántica que sabe que su mundo no depende de esas historias, que es un imaginario que creamos a través de nuestro raciocinio y que solamente sirven para que nuestra mente se evada y entretenga.
¿Podemos ser entonces mujeres libres, empoderadas y ser románticas? ¿Podemos disfrutar del sexo esporádico envuelto en mimos y caricias? Yo digo que sí. Que no está reñido. Que la vida va de disfrutar y a mi me gusta disfrutar entre poesías y versos de Andrés Suárez.
Así que me declaro una romántica realista, una romántica del nuevo mundo. Una mujer a la que le ponen las voces, los gustos musicales, los planes improvisados, que la empotren y después le acaricien las mejillas. Una mujer que prefiere follar en una cama mullida en mitad de Montmartre con un desconocido antes que comer pollas a su novio en el baño de un bar. Una persona que cree en el te quiero ahora, no en el por siempre jamás. Me declaro fan de vivir la vida sin imposiciones, sin rechazar los cuentos que me contaban solo porque no sean verdad, solo porque no sean MI verdad. Pertenezco a la generación de mujeres que luchan por su libertad, no por la protección y cuidado de un hombre. Soy una mujer completa aunque las caricias y los mismos no vengan siempre de la misma persona.
Al fin y al cabo, soy yo, única responsable de la historia de mi vida, la que decide al ritmo de qué música quiere bailar, follar, saltar y viajar. Así que cuando oigas en otras bocas que eres una ingenua dile que no, que sabes lo que quieres y que por eso lo disfrutas así. Que serás una intensa, una melómana, una cultureta o una moderna en busca de sexo duro; pero que todo eso no está reñido.