Tengo un cuerpo de puta madre…

Soy mujer, estoy viva, en el planeta tierra, así que desde luego tengo inseguridades: las estrías en los senos, la celulitis en las piernas y pompas, un diente torcido, mi cabello que tanto en verano como invierno enloquece y quiere alcanzar el cielo, y pare usted de contar.

Hasta hace poco, repasaba esos y otros errores de mi anatomía, casi a diario. Era una especie de mantra, repetirme todos los detalles de mi cuerpo que no me gustan, y fantasear con la posibilidad de corregirlos, y alcanzar la perfección que tantas otras han conseguido (otras que, aunque no conozco en persona, sé que están por ahí en algún lado, regadas por el mundo).

Me torturaba con ese temita casi a diario hasta que ocurrió algo que me hizo escarmentar y abrir los ojos: me enfermé. Fue serio, una bacteria que pesqué en alguna comida y que convirtió mi vida en una pesadilla por tres meses. Después de muchos antibióticos, protectores gástricos, analgésicos, noches en vela, otro nivel del umbral del dolor desbloqueado, y la cuenta bancaria con saldo deudor, me recuperé, pero con una nueva perspectiva de la vida y de mi cuerpo

cuerpo

No sería correcto decir que volví a ser yo porque me siento alguien distinta, ahora valoro cada una de las cosas increíbles que mi cuerpo puede hacer. 

Porque levantarnos en la mañana está infravalorado, es increíble y muchas personas no pueden hacerlo y solo cuando te toca, cuando la primera y más elemental acción del día representa un esfuerzo hercúleo, entiendes lo equivocada que estabas al darlo por sentado. Ni hablar de salir a trotar, que implica la flexión de las rodillas, bombeo extra de la sangre y poder pisar fuerte sobre la grama o el asfalto.

Amo mi cuerpo porque puede hacer eso, pero también puede comer, y no solo ingerir para sobrevivir, puede digerir una pizza con una o tres copas de vino, y estar de maravilla al día siguiente. 

Mi cuerpo es de puta madre porque puede dormir, cerrar los ojos y descansar y solo después de pasar noches en velas comprendes la magnitud e importancia de algo tan sencillo como poder descansar. 

Mi cuerpo además va al baño tras la simple estimulación de una taza de café. ¿Tenéis idea de lo horrible que es no poder ir al baño? Querer expulsar los desechos y no poder… Es horrible, y mi bendito cuerpo también me colabora con eso. 

Y ni hablar de cosas más complejas como que puede montarse y pasear en un bote o lanzarse de parapente (cosas que no he hecho, pero planeo hacer) porque mi cuerpo es increíble y todo lo puede, y hasta hace poco no le daba el crédito que merece. 

Nos enseñan desde pequeños a no ser superficiales, y lo predicamos como si lo entendiéramos pero no es cierto, porque juzgamos nuestros cuerpos por las marcas, por lo que le sobra y lo que le falta, y no por todas las maravillas que puede hacer.

Me alegra haber entendido eso, y quisiera que todas lo hiciéramos sin necesidad de pasar por un mal momento para poder caer en cuenta de ello.

 

Danellys Almarza