Pues sí queridas, este Tinder sorpresa me ha descubierto los riesgos de ir sin medias, ya que me llevé un mordisco debajo de la mesa.

La historia comienza como de costumbre, enhorabuena tienes un match, y finalmente quedamos a cenar.

Lo que no sabía aún, era que la cena, no era lo único que mi cita quería masticar.

Yo me preparo, iba un poco desmotivada, pero, aun así, abierta a lo que me pudiera encontrar. Pero ya os adelanto, aquí mi amigo el caníbal y yo, no llegamos ni a cenar.

Bueno, pues nos pedimos un vino y comenzamos a hablar del mar y los peces, lo típico en estas citas que no fluyen demasiado.

Yo a los diez minutos intuía como iba a acabar aquello, aunque bueno, reconozco que me llevé alguna que otra sorpresa…

El chico en cuestión se acercaba más de lo que me hubiera gustado, lo cual me ponía un poco incómoda.

Yo alejándome cada vez más, y él erre que erre, estas personas que tocan mucho, en plan se ríen y se lanzan a tocarte los brazos, estas cositas.

¡Ojo!  que yo no tengo nada en contra, pero yo soy más del rollo, ¿¿por qué tocas??  ¡Y más en los tiempos que estamos!!

Tinder sorpresa:El mordisco debajo de la mesa

Total, que se empieza a poner el chico intensito, yo se lo dije de todas las maneras. Hasta con chistes pandémicos, guarda las distancias, salva tu vida… pero nada, el muchacho no pilla las señales y yo ya estoy pensando en irme.

Llegamos al punto álgido de una cita que no llegó ni a hora y media,  ¡¡¡el momento alerta cobra!!

Intenta darme un beso en la mejilla y le hice una cobra de mejilla, que no sé si eso existe, pero yo lo hice.

Cojo el móvil, pido un Uber y «voy a pedir a la cuenta» le digo. Pero mientras miro al camarero con ojos ansiosos por recibirla… ¡me pilla desprevenida y me pega un mordisco en la rodilla! 

¿¿Perdona??  ¿Tú estás loco?  Ahora sí que sí, le echo una bronca en mi mejor francés y me voy directa a mi «carrocalabaza». Ya ni pagué, total al final ni habíamos cenado.

Estaba claro que la experiencia gastronómica que él quería era otra cosa y yo no estaba dispuesta a dársela.

Me monto en el coche, llamo a una amiga y le empiezo a contar toda la movida. El conductor debió de flipar, aunque seguro que están más que acostumbrados…

En fin, que hay mucho tarado suelto, ¡¡porque a mí cuando me gusta un chico, no le pego mordiscos si él pasa de mi persona!!

Total, llegué a mi casa, me di una ducha que casi me arranco la piel y me puse a ver Netflix con mi amiga. ¡Porque hay planes que nunca fallan!