Habrá a muchas personas a las que la palabra ‘hirsutismo’ les suena a chino. Otras, sin embargo, la llevamos tatuada en la piel desde hace mucho.

El hirsutismo es una afección en las mujeres que resulta en un crecimiento excesivo de vello oscuro o grueso en un patrón similar al de los hombres: cara, pecho y espalda.

Con el hirsutismo, el crecimiento extra de vello a menudo se debe al exceso de hormonas masculinas (andrógenos), principalmente la testosterona.- Mayo Clinic.

Manolo, caramono o Tío Cosa eran algunos de los ‘cariñosos apodos’ con los que mis compañeros de clase me denominaban para burlarse de mi exceso de vello. Y es que una servidora tiene que convivir con el hirsutismo desde que tenía unos 13 años. Lo primero que me salieron fue unas patillas pantojiles que trataba de esconder bajo mechones de pelo largo que me tapaban la cara.

Empecé a caminar con la cabeza agachada con la esperanza de que así nadie se fijase en que además de patillas, pronto me había salido mostacho de Cantinflas y un buen montón de pelos en el mentón.

Ya con 14 o 15 empecé a depilarme hasta la obsesión. Todas las mañanas sacaba la pinza antes de ir al colegio y me aferraba al espejo de aumento tratando de no dejar ni uno de esos malditos pelos y poder evitar así las burlas.

Sobre esa edad me llevaron a varios médicos y descubrieron que mi condición se debía al SOP, que podía mejorar pero probablemente no desaparecer, y así fue.

Dejé de ir a la playa porque si me afeitaba por la mañana por la tarde ya asomaban los dichosos pelos de las piernas y además se me veían las heridas que los pelos enquistados me dejaban en las ingles y otras zonas.

Dejé de ponerme pantalones cortos, faldas cortas y todo aquello que pudiera dejar a la vista demasiada piel velluda.

Dejé de maquillarme para no centrar la atención en mi cara.

Dejé de enamorarme, porque total, quien iba a fijarse en un bicho peludo como yo.

Dejé de relacionarme con gente por terror al rechazo. Dejé de vivir.

Hasta que un día, ya bien entrada la veintena, leí el libro de esta web y algo cambió en mí. Llevaba años viviendo en mi zona de confort, dejando de vivir experiencias que en realidad me apetecían solo por el miedo a que alguien se diera cuenta de que tengo mucho vello y me abandonase, cuando en realidad yo me había abandonado a mi misma hace mucho tiempo.

Ahorré para hacerme el laser en las zonas más problemáticas y que me llegaban a causar problemas de salud (vellos encarnados infectados, forúnculos dolorosos, dermatitis…). Superé el terror que me daba que una persona externa a mi familia viera mi cuerpo desnudo y sin depilar, y acabé haciéndome amiga de una experta en láser maravillosa que me quitó las vergüenzas y hasta los pelos del culete.

Sigo siendo una bolita de pelo, pero la diferencia es que ahora ME QUIERO. Y entendí que el pelo es solamente pelo. Ni me define, ni hace daño a nadie. Tener hirsutismo no es algo que yo elegí al nacer, pero me ha tocado convivir con ello y he conseguido volver a hacer todas esas cosas que un día abandoné por vergüenza.

Que se lo digan a mi chico, que me aplaude como un loco cuando me subo a la tabla de surf sin pensar en mis pelos y con la playa llena de gente o cuando me atrevo con unos shorts que enseñan cacha. Que como leí aquí, la vida son 4 cortes de pelo, no va a ser justo este el que te la amargue.

¡A vivir, peluditas!

 

Peludi

 

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