Hola, a todos! Hoy he visto un artículo en misma página que se titula “Carta a mi depresión” y de menos ha ocurrido hacer por aquí a modo de desahogue una carta a mi ansiedad, así que allá vamos.
Querida ansiedad:
A día de hoy mantenemos una relación de amor y odio. Amor por todas las cosas que me has enseñado y odio porque a veces pienso que no pudiste llegar en el peor momento y lo que me haces pasar cada día.
Cuando llegaste a mi vida para quedarte no fue la primera vez que nos cruzamos en el camino. Con 17 años, un día decidiste que estaría bien que me levantara todos los con mareos y me echase una llorera a los días para que me diese cuenta de que la presión que me estaba poniendo yo misma sobre los hombros, el perfeccionismoque que me colgaba y los pensamientos negativos con los que me autosaboteaba no eran para nada saludables. ¿Te hice caso? Pues no. Años después, en la experiencia que marcaría mi vida, mi Erasmus, apareciste y durante varios días conseguiste convertir la euforia de estar viviendo en un país nuevo un infierno. Todo de lo que alardeaba se volvió en mi contra, atrás quedó lo de que tampoco echaba de mucho de menos a mi familia, lo a gusto que estaba en mi nuevo hogar, la libertad, la emoción de vivir cada día algo diferente, etc. Esa persona aventurera, independiente y libre quedó encerrada en una habitación y yo no tenía la llave para sacarla de allí. Es más, aunque quería con todas mis fuerzas que esa persona volvería y se fueran los mareos, los vomitos, las noches sin dormir, el insomnio, la inseguridad, el miedo, no se iban. Incluso cuando parecía que me recuperaba, todo eso me recordaba enseguida que seguía ahí. Los meses pasaron y yo volví a mi casa con mi familia y me sentí más perdida que nunca. Viví la “depresión posterasmus” como la suelen llamar y la ansiedad a la vez. No sé puso mejor, créeme. Al principio todo se veía negro, luego, comenzaron a verse algunos tonos más claros y al final, pude ver una luz que aún no consigo alcanzar del todo, pero sigo en ello. En fin, al final tenía que tener un toque de atención ¿no?
Sin embargo, no todo es así. Gracias a la terapia que me ha ayudado a avanzar a pasos seguros y poco a poco, ya no salgo a la calle completamente mareada, soy más segura de mi misma, vivo el día a día y lo más importante, respiro por fin. Respiro por fin y me deshago de toda aquella chaqueta que tanto me presionaba a vivir rápido y hacer mil cosas al mismo tiempo como si no tuviese años y años por delante, me quito los zapatos con los que solía pisarme a mi misma y me quiero. Me abrazo, me beso y choco los cinco conmigo misma todos los días por seguir adelante, aguantar las bajonas, esquivar con todas mis fuerzas los pensamientos negativos, caminar con seguridad y otra vez, respirar sin ninguna presión o agobio. No siempre es fácil, a veces cuesta muchísimo pero no dejo de caminar. La única que me va a acompañar de seguro toda mi vida, soy yo misma y te agradezco que me hayas puesto un freno para no perderme. Te agradezco que me hayas hecho darme cuenta de que la vida no es una carrera y que cada uno va en distintas velocidades hacia su objetivo, poco a poco, pero va a llegar seguro.
Aún me queda un largo camino por recorrer, pero espero que algún día puedas darme un respiro de verdad, guapa, al menos un pequeñito.
Con mucho cariño del de verdad,
Rocky