Tu amor propio es como Harry Styles. Sí, como lo lees. ¿Tú te crees que Harry cuando era tan solo un ternerito en One Direction se imaginaba que se convertiría en un sex symbol internacional? Que sería digno heredero de los suspiros ochenteros y noventeros por Mercury o Bowie ¿tú de verdad lo crees? Pues yo creo que no. ¿Crees que cuando se miró al espejo el día de los Grammys, con su boa verde, su traje de cuero y su todo no se dijo por un momento “ande vas criatura”? Pues crees mal. Ya te digo yo que lo pensó y se lo dijo y lo hizo varias veces. E incluso con sus looks más extravagantes y menos favorecedores, mujeres, hombres y fluidos del mundo andamos de rodillas ante él. Porque es el todo lo que le hace ser HARRY STYLES.

Lo mismo pasa con tu amor propio. Tú ahora crees que es imposible que un día te veas como una Diosa caída del Olimpo. Tú crees que todos tus defectos justifican que no te quieras y que, incluso, bueno es el día en el que te dejas estar sin pensar en tu existencia. Eres neutral a tu cuerpo y a tu persona. Pues no, querida. Porque como Harry tú un día vas a verte en el espejo y a la vez que te vas a decir “ande vas” te dirás “cómo no van a querer comerte los morros”. E incluso pensarás en todas tus extravagancias, tus mierdas, tus defectos y te darás cuenta de que querer no está reñido con el disgustar.

No pensamos todo el día en Harry. Hay días que sí, como estos, pos Grammys, pero luego se nos pasa la fiebre hasta que vuelve a salir y estallar nuestros corazones. Y no a todos por igual. Con el amor propio pasa lo mismo, no todo el tiempo estás gozándolo con quién eres, en plan pasión turca. Sería un sinvivir. Pero tienes tus momentos, tienes tus portadas de revista, tu entrega de premios, tu entrevista fantasiosa. Tu amor propio es como Harry Styles, no te está dando vueltas la cabeza continuamente y no todo lo que hace, pero de repente, zas, te deja sin aliento.

Pero algo importante, como con Harry, tu amor propio depende del conjunto.

No amamos la boa verde o el vestido azul del editorial de Vogue, así, como tal. Se lo pone tu prima Toñi y como que te deja fría o incluso se lo pone otro de los golosos tipo Johnny Depp e igual no nos causa ese efecto demoledor. PERO se lo pone Styles y revienta internet. Porque amamos a Harry. Harry es lo que le da sentido a todo. Claro que no amas cada cm de tu piel o cada una de tus rayadas pero es quien eres, eso le da sentido. Tu amor propio necesita de todo lo que eres para tener sentido.

Tu amor propio es como Harry Styles: si le dejas aparecer, colarse en tu vida y actuar, te va a conquistar. Te va a quitar el hipo. Los miedos. Va a empujar los límites de lo que aceptas de ti misma y te van a entrar unas ganas irrefrenables de jugar con lo que puedes llegar a ser. Si tú a tu amor propio le dejas como a Harry le dejaron volar, un día ganas el Grammy.

Así como hemos desterrado los prejuicios del ex boy band y nos hemos dejado convencer de ese nuevo paradigma de sex appeal que ha venido a establecer, chica, tú puedes desterrar tus prejuicios sobre ti misma y tú versión cargada de amor propio. Sí merece la pena, sí puede estar el Nirvana detrás de esforzarte en sacar tu amor propio a relucir.

Tu amor propio es como Harry Styles y solo piensa en el momento en el que alguien se hubiera atrevido a cortarle las alas a Harry. Hoy no seríamos lo felices que somos con su existencia. No le niegues su espacio a tu amor propio, no sabes lo que puedes estar negándonos al resto. Si no quieres hacerlo por ti, hazlo por el resto. Un mundo lleno de Harry(s) es un mundo mejor.

@tengoquenayque