Recuerdo mi primera ruptura. La sensación de vacío, los flashbacks inoportunos de algunos de los momentos más felices que vivimos juntos, los sueños sin cumplir y las expectativas rotas. Me recuerdo pensando una y otra vez en todo aquello que podíamos haber hecho mal para que todo hubiera acabado de esa manera. ¿Cómo se puede querer tanto a una persona durante un instante de tu vida y al otro mirarle a los ojos y sentir que no es más que un extraño?

Cuando decidimos dejar de caminar al lado de una persona, no solamente perdemos a nuestra pareja. También perdemos una parte de nuestra personalidad: perdemos nuestra energía en pareja y nuestra forma de comportarnos alrededor de esa persona (a veces más sensual e íntima, otras más vulnerable y confusa) y estas tardan un tiempo en restablecerse, bien acostumbrándonos a vivirlas de manera más individual o bien a compartirlas con una o más personas distintas.

También recuerdo cómo la tristeza y la nostalgia se instalaron en mi pecho. ¿Estaría pensando en esos instantes en mí tanto como yo lo hacía? ¿Echaba de menos mis caricias, levantarse a mi lado por las mañanas, decirme lo guapa que estaba cuando me enfadaba y luchaba por aquello en lo que creía? A veces sentía la necesidad de llamarle, de mandarle un mensaje para saber cómo estaba, de preguntar a alguno de sus amigos sobre él. Recuerdo cómo seguía acordándome del día en que nos conocimos y sumaba, como si nada hubiera pasado, los meses que llevaba en mi vida, aunque ya no estuviera cerca. Viajamos juntos, nos reímos, nos quisimos lo mejor que supimos en esos momentos. Y yo soñaba con recuperar todo lo que habíamos perdido. 

Sin embargo, no se puede recuperar algo que hace mucho tiempo dejó de existir. Rompió conmigo de forma inminente, sin querer luchar. De un día para otro, no quiso saber nada de mí, de mi vida, de si seguía intentando cumplir mis sueños. ¿Para qué quería entonces encontrar la manera de volver? ¿Por qué quería saber si me echaba de menos? ¿Qué conseguiría hablándole? ¿Las migajas de un amor que ni siquiera estaba dispuesto a entregar?

Podría haberle llamado. Podría haber conseguido que de su boca saliera la afirmación de que no se olvida a alguien de la noche a la mañana. Que me dijera que todavía pensaba en mí y que me quería. Escuchar a tu ex decir que todavía te echa de menos le daría sentido a todo: hubiera recuperado mi seguridad, habría sentido la validación de que lo nuestro fue real, de que no soy algo que se olvida fácilmente. Pero nada de eso hubiera conseguido que volviéramos a sentir el amor y la confianza que se habían perdido. Nada de eso nos hubiera hecho volver juntos. Probablemente lo hubiera hecho todo más difícil.

 

«Necesito que tú también me necesites» – One Tree Hill

 

A lo mejor soy demasiado romántica y optimista, pero siento que nadie que te haya querido tan intensamente puede hacer como si no hubieras existido en su vida. Piensa en otras relaciones, en otras personas con las que compartiste algo especial. ¿De verdad has olvidado todo lo que te hicieron sentir? ¿O guardas un trocito de ellos en ti que siempre te acompañará? Siento que no necesitamos que nadie nos diga que nos echan de menos. Lo que tuvimos fue real. Lo que tú tuviste con esa persona también fue real (da igual que sea una relación corta o un matrimonio de 10 años): los sentimientos, las experiencias, los miedos, los abrazos, todo. Cada persona que pasa por nuestra vida nos hace aprender algo de nosotros mismos que no desaparece tan fácilmente cuando se va. Sabes que fuiste importante en algún momento de su vida, aunque ya no te necesite en su camino. Y eso debería ser suficiente para validar toda tu experiencia. No necesitas que nadie te diga que mereció la pena para que de verdad lo hiciera. 

Así que si ahora tú también te sientes perdida, te invito a dejar el teléfono a un lado y no intentar llamarle para que te confiese que toda tu experiencia sirvió de algo. Claro que sirvió. Te enamoraste, conociste partes de ti que no imaginabas que tenías, compartiste parte de tu vida con esa persona, también le ayudaste a crecer, a que sintiera todo aquello por lo que te habías enamorado de él o ella. Claro que fuiste importante. Claro que ahora mismo también se encuentra un poco perdido. Pero cada uno superamos nuestras experiencias más dolorosas de formas distintas. Que no te hable no significa que no valgas nada para él o ella, simplemente está sobrellevando el cambio en su vida de la mejor manera que le han enseñado o ha aprendido. 

Recuerda que si la relación no funcionaba, no era solo tu culpa, aunque seas tú a la que hayan dejado. Pocas cosas en esta vida son unidireccionales. Así que tómate tu tiempo, ve recordando todo aquello por lo que amas la vida y a ti misma. Como decía la grandiosa Maya Angelou, “la gente olvidará lo que dijiste, también olvidará lo que hiciste, pero jamás olvidará cómo les hiciste sentir”.