Sentarme a ver fotos de cuando estaba delgada no fue la mejor de las ideas, pero bueno, te cuento como pasó.

Hace pocas semanas sufrí una mudanza. Algunos dicen “hacer” la mudanza o “pasar” por una mudanza. Yo, qué quieres que te diga, lo asocio más a sufrimiento, así que cómo te decía “sufrí una mudanza” y por cosas del destino, el karma o el mismo Doctor Strange, acabé sentada, fisgando fotos antiguas.

¿Algo de especial? Eran fotos de cuando estaba delgada.

Empecé a mirar distintas fotos y no puede evitar sentir nostalgia. Pero no creas que sentí nostalgia por los sitios que visité o las experiencias que viví. Sentí nostalgia porque en aquel momento de mi vida estaba delgada.

Mi vida era más sencilla: podía comprar en cualquier tipo de tienda o zapatería y podía acudir al médico con una infección de muela sin que me recomendaran adelgazar. Pero lo más importante de todo: ERA ACEPTADA.

Mi vida era más sencilla porque nadie pensaba que no mereciera vivir, nadie me hacía un rápido y cruel dibujo de personalidad basado en mi peso, nadie me miraba con pena por la calle. Y aún más importante: Yo me aceptaba a mí misma.

Según iba viendo más y más fotos de cuando estaba delgada, empecé a ser consciente de cada una de esas sensaciones que provocaban en mí y me di cuenta de lo siguiente:

· Sentí que la persona que era (delgada) era más valiosa que la que soy ahora

Esto es algo común, no tenemos que preocuparnos ni alertarnos. No tenemos depresión por pensar así. En nuestra sociedad y entorno, cuando una persona se sale de lo normativo automáticamente es menos válida. Estamos acostumbrados desde hace miles de años a asociar el valor como ser humano de una mujer, con su apariencia física. Eso sí, no caigas en los pensamientos establecidos, identifícalos y esquívalos como si fueras la ninja de la mentalidad colectiva.
Enseguida detecté de donde venían estos pensamientos y entonces me dije: Esta persona que veo en las fotos soy yo, tengo que ser capaz de identificarme con lo que veo en las fotos y no sentirme menos válida que ella. Se me pasaron por la cabeza muchos recuerdos y metas conseguidas recientes y entonces me di cuenta: Soy la evolución de lo que tengo entre las manos, es imposible que sea menos válida que ella.

· Idealicé mi vida de aquel momento, porque siendo delgada ¿Cómo no podía ser feliz?

¡Ña! ¡Error! Quizás este sea un pensamiento recurrente. Pero aparta por un momento la vista de la foto y pregúntate ¿Está bien que vea fotos de cuando estaba delgada? ¿Cómo me sentía yo por aquel entonces? ¿Cuáles eran mis ilusiones? ¿Tenía la vida que deseaba tener? ¿Tenía amistades sanas y de verdad? ¿Era capaz de quererme por la totalidad de mi persona más allá de mi talla?
Idealizar el pasado o la delgadez es algo que hacemos muchas, pero no caigas en ese error. Una talla 48 no es sinónimo ni de infelicidad ni de depresión. Al igual que una talla 38 no es sinónimo ni de felicidad ni de alegría.

· Pensé que había perdido el tiempo “Si hubiera sabido que no sería delgada siempre habría hecho esto, esto y esto”

Esto es consecuencia de lo anterior. Parece que cuando no tenemos un físico normativo, perdemos derechos. Perdemos el derecho a sentirnos guapas, sexis, deseadas o exitosas. Parece que perdemos el derecho a vestirnos de una manera provocativa o a explotar nuestra faceta más salvaje.
Y precisamente es por eso, por lo que sentí que ahora hay un montón de cosas que no puedo hacer y que si podría haber hecho estando delgada. Hasta que me dije: ¡A ver, para el carro! Esto que estás pensando ahora mismo, lo puedes hacer perfectamente. ¡Qué coño! Todo lo que estás pensando lo puedes hacer sin problema. ¿Quieres hacerlo? ¡Hazlo y punto!

· Desee volver a ser mi antigua versión (a la que veía en las fotos)

Basándome en todo lo anterior pensé: Tenia más libertad, era más feliz y era mucho más valiosa de lo que soy ahora ¡Tengo que adelgazar de nuevo! Pero en realidad, ni tenía más libertad, ni era más feliz ni era más valiosa.
Basándome en realidades objetivas, a día de hoy y aún siendo gorda (entiéndase el sarcasmo) soy más libre, soy mucho más feliz y soy igual de valiosa.

Cuando me vi capaz de analizar mis sensaciones y me oí teniendo esta conversación conmigo misma me di cuenta de que ahora sí estoy preparada para ver fotos de cuando estaba delgada. Pero si tú no lo estás, no pasa nada, no es tu momento. Guarda las fotos.

Si decido adelgazar no quiero que sea porque estoy idealizando la delgadez y relacionándola con ideales que no son reales. Por que someter tú físico a cambios sólo por perseguir violentamente un felicidad que esperas encontrar es uno de los caminos más rápidos hasta un TCA.

Y yo, elijo quererme de verdad en el ahora. ¿Y tú?

M.Arbinaga