Siempre me he sentido sola e incomprendida. A pesar de estar rodeada de muchas personas que me quieren y me apoyan. Esa sensación de soledad estando rodeada de un montón de gente. Nunca mostraba mis miedos, mis inseguridades, al menos no, con personas que sabía que no lo entenderían.

Supongo que salir de mi zona de confort, era un paso demasiado grande en ese momento. ¿Como podía entender una amiga delgada que yo me avergonzaba de mi cuerpo? Si ella era perfecta. Alta, delgada, divertida… Yo era esa amiga, a la que apenas ves, que casi nadie sabe su nombre. Yo era esa amiga callada y gorda.

Recuerdo unos carnavales, en plena adolescencia, que decidimos disfrazarnos de conejas. Entonces, se llevaba muchísimo la tela de pelo y claro. Ahí que nos lanzamos todas a hacernos nuestro disfraz. Un top, una falda y por supuesto unos calentadores que podían barrer el suelo. Hasta ahí, fue todo bien. Yo estaba contenta con la idea de disfrazarme, hasta que el mismo día de carnavales, me probé mi vestido de conejita. Según me miré en el espejo, me puse a llorar. ¡Estaba horrible! Y ya no tenía tiempo de arreglar nada.

En mi caso, no tan sexy, ni Play Boy

Parecía una bola de pelo rosa. Casi tiro el disfraz a la basura. Animada por mi madre, salí. Eso sí, me puse una chaqueta negra encima del horrible vestido pretendiendo dejar de parecer una bola de peluche.

Mis amigas nunca lo entendieron.

Mis complejos siempre han estado y por desgracia siguen conmigo después de 16 años. Siempre he sido la amiga bajita, la gordita. Soy la “amiga simpática”. Hasta hace poco pensaba que era la única que se sentía así. El patito feo que nunca será un cisne. Y ¿Sabéis qué? Estaba taaaaaaaaan equivocada. De patito feo nada. Soy un patito diferente, como cada una de nosotras. No seré la más guapa, ni la más alta. Simplemente soy yo.

Mis miedos, inseguridades y defectos forman parte de mi y eso lo he aprendido gracias a vosotras. Sí. He aprendido que no hay mejor amor que el propio. El más importante y el más olvidado.

Bien podría ser yo, mientras escribo esto

Basta de hablarnos mal, de menospreciarnos, de hacernos de menos. Somos geniales como somos, da igual nuestro aspecto. Seamos delgadas, gordas, morenas, rubias o sin pelo. Todas tenemos complejos, miedos e inseguridades. Y no tiene nada de malo.

Si quieres cambiar algo de ti que no te gusta, adelante. No tengas miedo. Da igual si recaes, date todas las oportunidades del mundo. Porque, chicas, no hay nadie más importante en el mundo que nosotras mismas.